domingo, 18 de noviembre de 2012

Los "Bobones"

 

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 Infanta elena y jaime de marichalar bautizo de su hijo

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 La realeza española asistió a la 28ª recepción de los Premios Princesa de Asturias en la Plaza de la Catedral

Los "Bobones"

 En un anciano país
 existió una monarquía
 que comenzó en democracia
 y terminó en anarquía.
 En aquel reino reinaba
 una curiosa familia:
 un "Bobón" de nuevo cuño
 y una griega algo engreída
 que engendraron dos princesas
 y un príncipe en demasía
 por cumplir con la ley Sálica
 que consagraba la hombría.
 La cosa empezó a torcerse
 con las bodas de las hijas,
 algo ligeras de cascos
 y de moral distraída.
 La mayor, que era algo lela,
 pasó por la vicaría
 con un noble también lelo
 en la ciudad de Sevilla.
 Al poco tiempo parió
 un querubín de revista
 que devino en gamberrete
 con escasa puntería.
 La segunda, buena jaca,
 se cameló a un deportista,
 que dejó a su antigua novia
 y se encoñó con la niña.
 De jaca pasó a coneja
 y cada año paría
 "urdangarines" de pro,
 chupones de dinastía.
 Y el principito heredero,
 cortejador de coristas,
 cayó por fin en el cebo
 de una artera periodista,
 divorciada y con más mañas
 que la puta Celestina;
 pero falló en la preñez
 por seguir la dinastía
 pues en lugar de un varón
 paría niña tras niña.
 Pero empiezan los problemas
 y la cosa se complica
 por culpa de estos gañanes
 que, de nobleza, ni pizca.
 El noble rancio de Soria,
 bermudas y en zapatillas,
 paseaba por Serrano
 cual jocunda modistilla;
 circulaba en patinete
 con ignorante osadía
 saltándose a la torera
 direcciones prohibidas
 Y el "Bobón" mandó parar,
 se acabó la algarabía,
 suspendió la convivencia
 y se cargó una familia.
 El chico del balonmano,
 modelo de deportistas,
 se convirtió en un truhán,
 en un vulgar chantajista
 que, siendo duque de Palma,
 tuvo la necia osadía
 de estafar unos millones
 en tan reputada isla.
 Y el "Bobón" mandó parar,
 porque al duque sugería
 que se marchase del reino
 a ocultar sus fechorías.
 La justicia que no es lerda,
 apeló a su señoría,
 y es fácil que al señorito
 le caigan ciento y un días.
 El príncipe mientras tanto
 afronta esta travesía
 sin saber que el gran patrón
 prepara una felonía.
 Sin encomendarse a nadie
 se ha ido de cacería
 a la sabana africana,
 solito y sin la Sofía ,
 sabiendo que a la llegada
 le esperaba mis Corina,
 rubia y jacarandosa,
 cortesana la más fina.
 A la mañana siguiente
 salieron de cacería,
 cacería de elefantes,
 que es una cosa muy fina.
 Parece ser que cobraron
 colmillos de gran valía,
 y a celebrarlo montaron
 una generosa orgía.
 El "Bobón" de las narices
 como un cosaco bebía,
 y apañó tan regia trompa
 que salió con alegría
 no a por rudos elefantes
 sino a trincarse a Corina
 que lo esperaba anhelante
 tras las leves celosías
 del bungalow colindante.
 Como al pendejo le ardía
 la cosa entre la entrepierna,
 pensando que ya subía
 al catre de aquella fiera,
 aceleró por la prisa
 y tropezó en un tablón
 y tropezó de tal guisa
 que se crujió la cadera
 y se le aflojó la picha.
 Al monarca, trastornado,
 llevan a la enfermería,
 y al ver que es cosa muy seria
 llaman a Cancillería
 para repatriar al bobo
 y salvar la Monarquía.
 Corina, desconsolada,
 triste, sola y compungida,
 se consoló con un negro,
 muy bien armado y sin prisas.
 Mientras, la consorte griega
 celebra Pascua Florida
 blasfemando porque el Rey
 la cuernea con Corina.
 Esta es la historia,señores,
 del reino de Picardía,
 donde los nobles y reyes
 ejercen con alegría
 un papel desvergonzado,
 las más torpes tropelías,
 mientras el pueblo se jode
 y no le encuentra salida
 a los más duros problemas
 de su aperreada vida.