El comunismo es una ideología bárbara que
necesita de la miseria y de la pobreza para implantarse.
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El comunismo es la negación de la democracia y, lo que es peor, es
la negación de la libertad. Algo hemos tenido que hacer mal, muy mal, para que,
en pleno siglo XXI, después de lo que sabemos y conocemos, después de los más
de cien millones de muertos que provocó esa ideología maldita solo en el pasado
siglo, después de los crímenes, abusos y violaciones cometidos en su nombre,
después de tener sometidas a millones de personas a la ideología totalitaria
más perversa que se haya dado sobre la faz de la tierra, todavía existan
personas que presuman de ser comunistas y, además, intenten convencernos de que
son demócratas ejemplares. Es incompatible ser comunista y ser demócrata. Es
incompatible la libertad con el comunismo.
Solo se
puede ser comunista desde la ignorancia y desde el desconocimiento, o desde la
maldad. El comunista que sabe lo que dice y conoce la teoría, solo habla de
libertad y democracia como mero gancho, para hacer su mensaje atractivo a los
incautos.
El comunista convencido sabe que la libertad y la democracia son
solo un medio para alcanzar la tiranía, nunca un fin. Las urnas son válidas
mientras los resultados les son favorables. El comunista es un mentiroso
compulsivo que no dudará en utilizar todo tipo de argucias y artimañas para
atraer a personas con ciertas inquietudes, pero muy débiles intelectualmente.
Canciones pegadizas, mensajes cortos y muy obvios a los que son difíciles poner
alguna pega; todo es muy superficial, no interesa profundizar, interesa buscar
adhesiones fáciles y sencillas, alejadas de toda complicación teórica. Estamos
ante nuevas generaciones de borregos, muchos de ellos, niños de papá sin ellos
saberlo, generaciones que han nacido en la abundancia o, por lo menos, entre
ciertas comodidades. El comunismo posterior a la caída del telón de acero se
reinventó. Se nos presentó con nuevas formas muy alejado de su estética
tradicional. La lucha de clases pasó a un segundo término y hablar de la
dictadura del proletariado, después de los ejemplos vividos en medio mundo,
pasó a ser un tema tabú. Se inventaron nuevas banderas en defensa de
determinadas minorías. El feminismo, el ecologismo, el animalismo o el
homosexualismo son instrumentos para resultar más atractivos, pero lo cierto es
que, ni la mujer, ni los animales, ni el medio ambiente o los gays, importan lo
más mínimo a una ideología culpable de las mayores atrocidades cometidas contra
la mujer, contra el medio ambiente, contra la naturaleza o contra los que
consideraban desviados o invertidos, a los que perseguían, mataban o, en el
mejor de los casos, recluían en campos de reeducación con terapias que, como
poco, podríamos calificar de agresivas.
No existe un solo país en el mundo que podamos poner como ejemplo
en el que el comunismo, o alguno de sus sucedáneos, haya dejado una nación
prospera, avanzada, libre y modelo de democracia e igualdad. El comunismo solo
deja miseria, tiranía y muerte allí por donde pasa. En los últimos años
asistimos atónitos a un blanqueamiento del comunismo en España en todas sus
ramificaciones y formas, tergiversando y mintiendo sobre su historia, sobre sus
dichos y sobre sus actos. Blanquean a organizaciones terroristas,
organizaciones comunistas y marxistas en sus diferentes versiones leninistas o
maoístas, cuyos logros para traer la democracia a España consistían en
asesinar, secuestrar y extorsionar y que, por cierto, mataron más en democracia
que con Franco y, por supuesto, no trajeron nada más que dolor y muerte a las
familias de las víctimas. Actos de los que ahora parecen sentirse orgullosos,
como poner bombas en cafeterías y hoteles, en coches o en supermercados. Todo
muy heroico para unos mierdas que no sabían lo que era disparar de frente.
Mataban para implantar su modelo totalitario de sociedad, muy alejado de la
libertad o del concepto de democracia que conocemos. Se confunde ser anti
franquista con ser demócrata y se nos oculta que no existió oposición al
franquismo que fuera mínimamente relevante, que pudiera ser considerada
demócrata. El comunismo es una ideología bárbara que necesita de la miseria y
de la pobreza para implantarse; cuando esta no existe, la crean, pero luego son
incapaces de erradicarla.