jueves, 16 de junio de 2022

Razones para votar a Macarena Olona en las elecciones andaluzas. Por Rafael García Alonso

 Razones para votar a Macarena Olona




Tras el rotundo triunfo del centro derecha en las elecciones autonómicas de Madrid y de Castilla y León, las elecciones andaluzas que han de celebrarse el próximo 19 de junio adquieren una importancia capital, ya que una nueva derrota de la izquierda, esta vez en uno de sus tradicionales feudos, supondría la antesala perfecta para la definitiva expulsión de la coalición social comunista del Gobierno de España.

Sin embargo, la tarea no resulta sencilla ya que los partidos socialcomunistas tienen un caladero electoral que responde a la existencia de tres perfiles de votantes bien diferenciados, pero todos ellos difíciles de atraer a las filas de la insurrección. Así, en primer lugar, se encuentra un reducido grupo de “fanáticos iluminados” que a pesar de haber leído a Marx, Engels, Lenin, Gramsci, Althusser o Laclau, entre otros autores de renombre, defienden los postulados del marxismo, ya sea clásico o moderno, obviando con una contumacia propia de deficientes cognitivos el que una ideología que, desde un prisma colectivista, defiende la dictadura del Partido Comunista, suprime los derechos y libertades individuales y promueve el control por parte del Estado de todos los medios de producción determinando así las condiciones de vida de los trabajadores solo puede conducir a la opresión y a la miseria del conjunto de la población, con la lógica excepción de las élites asentadas en el poder. En segundo lugar, tenemos un grupo más numeroso de “esnobs socialmente acomodados”, lo cuales, sin haber leído a un solo teórico del marxismo, gustan de presumir de un progresismo conceptualmente subsidiario de los mantras del pensamiento políticamente correcto, lo cual no hace otra cosa que reflejar una personalidad acomplejada, derivada de una incapacidad innata de transitar de la palabra a los hechos en la ayuda a los más necesitados. Finalmente, hallamos un tercer grupo constituido por vagos y maleantes reconvertidos, por mor de una sistema basado en la subvención del mediocre, en “especialistas de la ociosidad permanente”, inmersos todos ellos en costosas e improductivas redes clientelares que tienen como única finalidad la consolidación de un voto cautivo.

La existencia de estos distintos grupos de votantes socialcomunistas responde a motivos históricos, negados por los fanáticos, malinterpretados por los esnobs y despreciados por los ociosos. Así, tras el constatado fracaso del socialismo real, una parte de la izquierda decidió adquirir una nueva imagen que la alejara de todo exceso totalitario, de tal forma que, en el Congreso del SPD alemán, celebrado en 1959 en la localidad de Bad Godesberg (Bonn), la socialdemocracia optó por abandonar la ideología marxista, lo cual en la práctica supuso la aceptación de la economía de libre mercado, si bien bajo una relativa tutela del Estado. Así, el nuevo paradigma socialista se vio sintetizado en el célebre eslogan “Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”, marcándose así el comienzo de un nuevo horizonte dentro de las políticas de izquierdas. El experimento no acabó de fructificar del todo ya que al final todos los Gobiernos de signo socialista han acabado poniendo el énfasis en la importancia distributiva del Estado frente al mercado, sin caer en la cuenta de que todo Estado solo puede repartir lo que la sociedad civil genera, de tal forma que cuando se fomenta la iniciativa privada mediante políticas fiscales asumibles se genera riqueza y es entonces posible ayudar a los colectivos más desfavorecidos, mientras que cuando lo que impera es el desmedido afán recaudatorio de un Estado colectivista lo que se genera es pobreza por desincentivación de la creación de empleo privado y lo que se reparte es miseria. En cualquier caso, bajo los auspicios de dictadores de la talla de Fidel Castro, Lula da Silva y Hugo Chávez, se celebró en 1990 el llamado Foro de Sao Paulo, en el cual se establecieron las líneas maestras de lo que se ha dado en denominar Socialismo del siglo XXI, el cual, manteniendo intacto el ideario comunista con la única excepción de la sustitución de la lucha de clases por la lucha de identidades, vino a tomar el relevo de una socialdemocracia que no acababa de convencer a la intelectualidad izquierdista. El resultado de todo ello ha sido que el inmisericorde monstruo del totalitarismo absoluto y la pobreza extrema vuelva a extender sus alas para reinar con particular fuerza en Hispanoamérica, pero también para amenazar la estabilidad de las democracias occidentales. España constituye una particular y perversa excepcionalidad dentro de la Unión Europea, ya que actualmente está gobernada por una coalición socialcomunista constituida, por un lado, por un PSOE definitivamente reconvertido en una secta sin ideas ni principios, donde reina la amoralidad y el afán de poder bajo la égida de un narcisista patológico y, por otro lado, por UP, una formación que no es otra cosa que un conglomerado de agrupaciones comunistas lideradas por perturbados psíquicos con reminiscencias bolivarianas. Pues bien, esta coalición socialcomunista tiene como principales logros conducir a España al borde de la quiebra, tal y como indican todos y cada uno de los indicadores macroeconómicos, hacer peligrar la unidad de la nación española, degradar la democracia y socavar el Estado de Derecho como señala el informe “Democracy Index 2021” publicado por The Economist y, como remate, sentar las bases de una sociedad constituida por analfabetos disfuncionales.

Si bien resulta evidente que con tan lamentables credenciales parece prácticamente imposible que cualquier persona mínimamente sensata otorgue su voto a alguno de los partidos políticos que conforman la coalición socialcomunista, también es cierto que resulta imprescindible la existencia de una alternativa de gobierno que inspire confianza, transmita capacidad, y, en definitiva, abra las puertas de la esperanza a una ciudadanía desmoralizada.

Una vez desaparecido el bipartidismo por la irrupción de una nueva dinámica electoral y teniendo en cuenta los distintos sondeos demoscópicos que se han ido conociendo en los últimos días, es obvio que la única alternativa capaz de impedir que los socialcomunistas alcancen el poder en la Junta de Andalucía es una coalición PP-Vox.

Generalmente el votante del PP -haya leído o no a ilustres pensadores liberales como John Locke, Alexis de Tocqueville, Benjamin Constant, John Stuart Mill, Friedrich Hayek, Isaiah Berlin, Raymond Aron, Giovanni Sartori o John Rawls- suele ser una persona pragmática, de corazón tibio, fervoroso partidario del consenso y dado a evitar la confrontación política, aunque ésta venga de visita. Esta personalidad de base resulta coherente con un partido que nació sumido en un mar de complejos y que a lo largo de su andadura ha ido desarrollando una devota pleitesía a los postulados socioculturales de la izquierda, por más que éstos sean contrarios a su forma de entender lo que deben ser las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados, la estructura social y la importancia del individuo dentro de la colectividad y las dinámicas económicas desarrolladas en el marco del libre mercado y la ley de la oferta y la demanda. En consonancia con esta perspectiva los distintos Gobiernos del PP, ya sea a nivel nacional o autonómico, se han caracterizado por una óptima gestión económica con la consiguiente repercusión social y una renuncia absoluta a la batalla cultural en defensa de su propia cosmovisión política. Así, centrándonos en al tema que nos ocupa, tras acceder a la presidencia de la Junta de Andalucía, acabando así con 37 años en los que Andalucía fue un cortijo socialista en el que la nota predominante fue la corrupción, Juanma Moreno ha conseguido sanear las cuentas públicas y aumentar el empleo, pero ha sido incapaz de derogar una sola de las leyes ideológicas de la izquierda. De hecho, para contar con el apoyo de Vox el nuevo presidente andaluz se comprometió a implementar una serie de medidas, todas ellas con una carga ideológica importante, y después de casi cuatro años de legislatura tan solo ha cumplido la mitad de los puntos del acuerdo. Es más, demostrando un insensato y cobarde sometimiento al discurso de la izquierda, Juanma Moreno ha rechazado cualquier posibilidad de pacto con Vox, algo que inevitablemente va a necesitar si quiere volver a ser inquilino durante otros cuatro años del Palacio de San Telmo.

Obviamente, el momento histórico actual, con España al borde de la catástrofe socioeconómica por obra y gracia del Gobierno socialcomunista, no es propicio para dirigentes pusilánimes ni para actitudes medrosas, sino que, por el contrario, lo que se necesita son líderes con el suficiente temple para llevar adelante sus programas de gobierno y con el suficiente coraje para afrontar sin complejos la batalla cultural. En definitiva, es el momento de depositar nuestra confianza y conceder nuestro apoyo a una persona como Macarena Olona, capaz de enfrentarse con determinación y sabiduría al discurso del miedo propagado desde la izquierda. Las razones que justifican tal decisión son múltiples y variopintas. Así,

 1.- Si ama a España como patria suya que es, defiende su legado y reniega del multiculturalismo , debe votar a Macarena Olona;

2.- Si quiere recuperar la soberanía nacional y dejar de ser un títere en manos de los burócratas europeos al servicio del nuevo orden mundial, debe votar a Macarena Olona;

3.- Si está a favor del Estado de Derecho y de la igualdad de todos los españoles ante la ley, debe votar a Macarena Olona;

4.- Si cree que los niños deben ser educados por sus padres y no ser adoctrinados en las escuelas, debe votar a Macarena Olona;

5.- Si está en contra de la ideología de género y de la perturbadora manipulación de la sexualidad infantil, debe votar a Macarena Olona; 

6.- Si no admite el falseamiento de la historia ni la imposición de los dogmas socialcomunistas, debe votar a Macarena Olona;

7.- Si está decidido a acabar con el tráfico de personas y expulsar a los inmigrantes que han entrado ilegalmente en España para dedicarse a la economía sumergida o a la delincuencia, debe votar a Macarena Olona;

8.- Si quiere que le bajen los impuestos al mismo tiempo que se reduce el gasto público destinado a una Administración hipertrofiada, a unos sindicatos cleptómanos e ineficaces y a unos chiringuitos ideológicos socialmente contaminantes, sin menoscabo alguno de los servicios públicos ni de los programas de ayuda a los más necesitados debe votar a Macarena Olona;

9.- Si respeta al medio ambiente, pero no está a favor de acabar con la ganadería, la agricultura y la pesca, debe votar a Macarena Olona; y, para terminar,

10.- Si quiere un presente digno para usted y un futuro próspero para sus hijos, debe votar a Macarena Olona.

Decía el historiador estadounidense Timothy Snyder que “Si nadie está dispuesto a morir por la libertad, todos moriremos bajo la tiranía”. Tienen los andaluces una oportunidad histórica de acompañar en la batalla contra la tiranía socialcomunista a una mujer valerosa de indudable talla moral e intelectual, como es Macarena Olona. Por ello resulta de vital importancia que en esta cita electoral Vox obtenga la recompensa que su arrojo merece.

martes, 14 de junio de 2022

4.200 religiones vivas y miles de creencias ya extinguidas

 4.200 religiones vivas y miles de creencias ya extinguidas

Si usted cree ciegamente en alguna de las 4.200 religiones que existen en el mundo, seguramente su fe merezca un hueco en uno de esos 4.200 cielos que habitualmente se contradicen unos a otros. Durante milenios, millones de personas han creído en dioses que hoy ni siquiera se recuerdan. Los humanos les rezaron, les erigieron templos e incluso mataron por ellos, pero hoy aquellos seres todopoderosos no existen. Tampoco existían entonces, pero ahora no existen ni en la memoria colectiva. Son religiones extinguidas.

Un paseo por la mayor colección privada de manuscritos del mundo, con casi 14.000 piezas que se remontan a los 5.000 años de antigüedad, podría hacer temblar las convicciones de cualquier persona religiosa. Es la colección Schøyen, acumulada en Oslo por el empresario noruego Martín Schøyen. En uno de sus manuscritos, una tablilla de arcilla de hace 4.400 años, aparece una recopilación de dioses sumerios: Enlil, Ninlil, Enki, Nergal, Hendursanga, Inanna-Zabalam, Ninebgal, Inanna, Utu, Nanna. Lo fueron todo. Se legisló en su nombre. Sus historias, como las de todos los dioses, eran la Verdad revelada coma por coma y punto por punto.

 Y hoy no son nada. La sumeria, florecida en lo que hoy es Iraq, no es la única religión extinguida representada en la colección Schøyen. También aparecen amuletos dedicados a Enki, el dios del agua dulce en el que creían los asirios hace 2.800 años; papiros egipcios dedicados a Osiris hace más de 3.000 años, espejos de bronce con inscripciones dedicadas a dioses etruscos y rituales contra la migraña practicados por los sacerdotes babilónicos hace 4.000 años.

Dogmas prehistóricos

Son cinco religiones extinguidas sin salir de la colección del empresario noruego, pero el número total de dogmas y evangelios desaparecidos es incalculable. En realidad, ni siquiera se sabe con certeza cuántas creencias diferentes siguen vivas. “Se puede afirmar con seguridad que nadie sabe con exactitud cuántas religiones hay, aunque la mejor estimación es 4.200”, señala el filósofo estadounidense Kenneth Shouler en su libro The Everything World Religions Book. Es la misma cifra que ofrece Adherents.com, una página web especializada en acumular datos de religiones actuales. Otros cientos habrían desaparecido, o incluso miles, si tenemos en cuenta que muchos paleo antropólogos sostienen que otras especies humanas, como los neandertales, tuvieron creencias religiosas cientos de miles de años antes que la nuestra. De aquellas especies quedan huesos fósiles. De sus religiones, ni eso.

El profesor estadounidense Daniel Abrams saltó a los medios de comunicación en 2011, cuando su equipo vaticinó mediante modelos matemáticos la desaparición de las religiones a medio plazo en los nueve países que estudiaron. Eran Australia, Austria, Canadá, la República Checa, Finlandia, Irlanda, Países Bajos, Nueva Zelanda y Suiza, países en los que los censos disponían de datos de afiliación religiosa en el último siglo.

La tesis de Abrams, de la Universidad Northwestern, y sus colegas era sencilla y ya la habían aplicado para calcular el ritmo de desaparición de idiomas minoritarios. Los científicos parten de la base de que un grupo social con muchos miembros es más atractivo para un ciudadano, y de que un grupo social tiene un estatus y una utilidad. Por ejemplo, argumentaban, en Perú puede ser más útil y tener un estatus superior hablar español que quechua. Lo mismo estaría ocurriendo con las religiones en los países ricos, en los que las iglesias se vacían. Un Euro barómetro de 2010 mostraba que el 51% de los europeos cree en un dios, otro 26% cree en alguna clase de “espíritu o fuerza vital” y un 20% es ateo. El ateísmo es mayor en Francia (40%), República Checa (37%) y Suecia (34%), pero sigue siendo residual en países como Grecia (4%) y Rumania (1%).

¿Agonizando?

“El hecho es que las personas sin afiliación religiosa constituyen el grupo religioso que más crece en cualquier parte del mundo donde hay datos disponibles. Y las personas sin afiliación ya son mayoría en varios lugares. Nuestro modelo sugiere que esta tendencia continuará”, explica Abrams.

«Nuestros nietos podrían ver La Meca convertida en El Mágico Reino de Alá de Walt Disney»

Daniel Dennett - Filósofo

¿Se podría calcular cuántas religiones se han extinguido a lo largo de la historia? “Es una pregunta difícil”, responde Abrams. “Debería ser posible obtener una estimación aproximada del orden de magnitud. El problema es que incluso esa estimación sería subjetiva, porque no hay una manera aceptada mundialmente para determinar si dos sistemas tienen suficientes elementos en común como para constituir una sola religión”, matiza. “Se parece bastante a intentar contar el número de especies que han vivido en algún momento en el planeta, pero es incluso más complicado”.

En su libro Romper el hechizo: la religión como un fenómeno natural, el filósofo estadounidense Daniel Dennett propugna la investigación científica de las religiones e intenta predecir su futuro. En una de sus hipótesis más radicales, el fenómeno religioso ya agoniza. “En este escenario, aunque puede haber algunas manifestaciones de resurgimiento locales y temporales, o incluso algunas catástrofes violentas, las grandes religiones del mundo pronto se extinguirían, como lo hacen cientos de religiones menores que se desvanecen antes de que los antropólogos puedan siquiera registrarlas”, reflexiona Dennett, codirector del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts (EEUU). En ese escenario extremo, “nuestros nietos vivirán la transformación de la Ciudad del Vaticano en el Museo Europeo del Catolicismo Romano, y la de La Meca en El Mágico Reino de Alá de Walt Disney”.


"Así lo quiere Dios".

 

Ya no nos satisface más que se explique la caída y el alza de las acciones diciendo;

"Así lo quiere Dios".

Tal explicación coloca a la ignorancia y a la educación en exacta igualdad, y en realidad impide explicar cosa alguna como es real y debido. ¿Pretenderá el religioso que el verdadero propósito de la ciencia es explicar cómo y por qué Dios actúa? Desde tal punto de vista, la ciencia consistiría en la investigación de la ley de acción arbitraria y en un gran esfuerzo para determinar las leyes que por necesidad obedecerá el capricho infinito.

Desde el punto de vista filosófico, la ciencia es el conocimiento de las leyes de la vida; de las condiciones conducentes a la felicidad; de los hechos que nos rodean, y de las relaciones que mantenemos con nuestros semejantes y las cosas por medio de las cuales el hombre sojuzga a la naturaleza y somete las fuer zas elementales a su voluntad, haciendo de la fuerza ciega un servidor de su cerebro. La creencia en una providencia especial no deja lugar al espíritu de investigación y es incompatible con el es fuerzo personal. ¿Por qué va un hombre a tratar de oponerse a los designios de Dios? ¿Quién de ustedes puede añadir un codo a su estatura? Bajo la influencia de esa creencia, el hombre, iluminado por una ilusión, considera los lirios del campo y descuida los planes para el mañana.

Creyéndose en las manos de un poder infinito, que en cualquier momento lo puede lanzar al más profundo infierno o elevarlo al más alto cielo, necesariamente abandona la idea de lograr algo por sus propios esfuerzos. Mientras esa creencia era general, en el mundo reinaban la ignorancia, la superstición y la miseria. Las energías humanas se desperdiciaban en un vano esfuerzo por obtener la ayuda de ese poder, que se suponía superior a la naturaleza. Por siglos incontables hasta seres humanos eran sacrificados en el altar de este dios imposible.

Para agradarlo, las madres han vertido la sangre de sus criaturas, los mártires han cantado himnos triunfales en medio de las llamas; los sacerdotes se han hartado de sangre; las monjas han renunciado a los éxtasis del amor; los viejos han implorado temblando; las mujeres han llorado y suplicado; todo dolor ha sido soportado, y todo horror ha sido perpetrado.

A través de los tenebrosos largos años, la humanidad ha sufrido más de lo que uno puede concebir. La mayor parte de las miserias han sido sufridas por el débil, el amante, el inocente. 

Las mujeres han sido tratadas como bestias ponzoñosas, y niños pequeños han sido pisoteados como si fuesen sabandijas. Numerosos altares se han enrojecido hasta con la sangre de bebés; bellas mozas han sido entregadas a viscosas serpientes; razas humanas completas han sido condenadas a siglos de esclavitud; en todas partes, atrocidades que el poder del genio es incapaz de expresar. Durante todos esos años, los sufrientes han suplicado; los labios marchitos de hambre han rezado; las pálidas víctimas han implorado; y el cielo ha permanecido sordo y ciego.

¿De qué han servido los dioses al hombre? No es respuesta decir que cierto dios creó el mundo y dictó ciertas leyes, y que entonces volvió su atención a otros asuntos, dejando sus hijos débiles, ignorantes, desvalidos, a librar la batalla de la vida solos. No es ninguna solución declarar que en algún otro mundo este dios hará a unos pocos de sus súbditos, o aunque fuese a todos, felices. ¿Qué derecho tenemos a esperar que un ser perfectamente sabio, bueno y poderoso obre mejor que como ha obrado, como sigue obrando? El mundo está lleno de imperfecciones.

Si fue hecho por un ser todopoderoso, ¿qué razón tenemos para decir que lo hará más cerca de la perfección que lo está ahora? Si el "Padre" todopoderoso permite a la mayoría de sus hijos vivir en la ignorancia y la miseria ahora, ¿qué pruebas tenemos de que va a mejorar su condición jamás? ¿Tendrá Dios mayor poder? ¿Se tornará más misericordioso? ¿Aumentará su amor hacia sus criaturas? ¿Pueden jamás cambiar su conducta la sabiduría, el poder y el amor infinitos? ¿Es susceptible de mejorar en alguna medida el infinito?