MANIFESTACIÓN CONTRA LA CONSTITUCIÓN MONÁRQUICA, POR LA III REPÚBLICA
Resumen del manifiesto unitario:
El juego está cada vez más claro. El capital y los gobiernos a su servicio
utilizan la crisis estructural de un capitalismo sin salida como coartada
del crimen que están perpetrando contra la clase obrera y los pueblos.
Quienes se han enriquecido a manos llenas con la explotación salvaje y la
especulación han generado una monumental deuda privada que con la
complicidad del gobierno PSOE han transformado en deuda pública. Pretenden
que la paguemos las trabajadoras, los trabajadores y las clases populares.
El PP llega para continuar el trabajo.
Centenares de miles de millones de euros de dineros público van a la banca
privada, a las grandes multinacionales, a sufragar gastos militares que
sirven para aniquilar pueblos o a financiar la Iglesia Católica y todas
sus estructuras. Mientras ,el paro masivo, los desahucios, la pobreza, la
degradación y privatización de la enseñanza y la sanidad, configuran el
panorama de barbarie que preparan a la clase obrera y sobre todo a los más
jóvenes.
El engranaje institucional que nos viene gobernando desde la Transición,
con la monarquía corrupta y heredera de Franco a la cabeza, es el que
asegura a través de los diferentes gobiernos la reproducción de los
intereses de las mismas clases dominantes de la Dictadura.
La construcción del futuro empieza por el derrocamiento de una monarquía
que, además de representar la herencia del franquismo, es la clave de
bóveda que sustenta el engranaje de la dominación del capitalismo más
corrupto sobre la clase obrera y los pueblos.
Sólo la articulación de las luchas puede ofrecer una salida diferente a la
que nos preparan. El malestar es creciente y la movilización social está
tomando las calles, pero hay que dar un paso más. Es necesario construir
una alternativa política. Es preciso que las luchas obreras y las del
movimiento popular se unifiquen en torno a un programa común. La propuesta
republicana incluye: acabar con la Constitución monárquica y capitalista
de 1978, el ejercicio del Derecho de Autodeterminación de los pueblos, la
negativa al pago de la deuda, la expropiación de la banca y de los grandes
monopolios, la reforma agraria, la exigencia de una cobertura social para
todas las personas desempleadas, la construcción de servicios únicos y
públicos de sanidad y educación, la igualdad real entre hombre y mujeres,
un Estado laico, el fin de la impunidad para los crímenes del fascismo, y
la salida de la OTAN.
La única esperanza de futuro será la que construyamos la juventud, las
trabajadoras, los trabajadores y los pueblos, asumiendo la responsabilidad
– más acuciante que nunca - de tomar las riendas de nuestra historia.
Solamente encontraremos la fuerza y la inteligencia necesaria para ello si
reanudamos el hilo de la historia que tanto esfuerzo han puesto en truncar
desde la Transición: el ejemplo de las generaciones precedentes que
supieron arriesgar la juventud y la vida en la tarea histórica – aún
pendiente e inaplazable - de barrer a la monarquía borbónica y de arrancar
el poder de las clases que vampirizan el futuro y la vida de los pueblos.
El juego está cada vez más claro. El capital y los gobiernos a su servicio
utilizan la crisis estructural de un capitalismo sin salida como coartada
del crimen que están perpetrando contra la clase obrera y los pueblos.
Quienes se han enriquecido a manos llenas con la explotación salvaje y la
especulación han generado una monumental deuda privada que con la
complicidad del gobierno PSOE han transformado en deuda pública. Pretenden
que la paguemos las trabajadoras, los trabajadores y las clases populares.
El PP llega para continuar el trabajo.
Centenares de miles de millones de euros de dineros público van a la banca
privada, a las grandes multinacionales, a sufragar gastos militares que
sirven para aniquilar pueblos o a financiar la Iglesia Católica y todas
sus estructuras. Mientras ,el paro masivo, los desahucios, la pobreza, la
degradación y privatización de la enseñanza y la sanidad, configuran el
panorama de barbarie que preparan a la clase obrera y sobre todo a los más
jóvenes.
El engranaje institucional que nos viene gobernando desde la Transición,
con la monarquía corrupta y heredera de Franco a la cabeza, es el que
asegura a través de los diferentes gobiernos la reproducción de los
intereses de las mismas clases dominantes de la Dictadura.
La construcción del futuro empieza por el derrocamiento de una monarquía
que, además de representar la herencia del franquismo, es la clave de
bóveda que sustenta el engranaje de la dominación del capitalismo más
corrupto sobre la clase obrera y los pueblos.
Sólo la articulación de las luchas puede ofrecer una salida diferente a la
que nos preparan. El malestar es creciente y la movilización social está
tomando las calles, pero hay que dar un paso más. Es necesario construir
una alternativa política. Es preciso que las luchas obreras y las del
movimiento popular se unifiquen en torno a un programa común. La propuesta
republicana incluye: acabar con la Constitución monárquica y capitalista
de 1978, el ejercicio del Derecho de Autodeterminación de los pueblos, la
negativa al pago de la deuda, la expropiación de la banca y de los grandes
monopolios, la reforma agraria, la exigencia de una cobertura social para
todas las personas desempleadas, la construcción de servicios únicos y
públicos de sanidad y educación, la igualdad real entre hombre y mujeres,
un Estado laico, el fin de la impunidad para los crímenes del fascismo, y
la salida de la OTAN.
La única esperanza de futuro será la que construyamos la juventud, las
trabajadoras, los trabajadores y los pueblos, asumiendo la responsabilidad
– más acuciante que nunca - de tomar las riendas de nuestra historia.
Solamente encontraremos la fuerza y la inteligencia necesaria para ello si
reanudamos el hilo de la historia que tanto esfuerzo han puesto en truncar
desde la Transición: el ejemplo de las generaciones precedentes que
supieron arriesgar la juventud y la vida en la tarea histórica – aún
pendiente e inaplazable - de barrer a la monarquía borbónica y de arrancar
el poder de las clases que vampirizan el futuro y la vida de los pueblos.
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