Retrato de un psicópata narcisista.
Por Rafael García Alonso
La psicopatía
narcisista es una alteración de la personalidad que
combina un trastorno antisocial con un trastorno narcisista. El trastorno de personalidad antisocial es
un desorden mental consistente en la falta de respeto a los derechos ajenos, lo
cual se traduce en un patrón de conducta caracterizado por la deshonestidad, la
manipulación, la falsedad y la impulsividad, acompañándose todo ello de una
absoluta falta de escrúpulos y una ausencia total de remordimientos. Por su
parte, el trastorno
de personalidad narcisista es una afección mental
consistente en un egocentrismo exacerbado, que da lugar a que los individuos
que lo padecen muestren una arrogancia desorbitada y una exagerada falta de empatía
con el resto del mundo. En consecuencia, aquellos individuos aquejados de
psicopatía narcisista actúan en todo momento impulsados por el interés
personal, sin que les preocupe lo más mínimo el perjuicio que sus acciones
puedan ocasionar a terceras personas o a la colectividad.
Atendiendo a lo expuesto, no cabe la menor duda de que Pedro
Sánchez constituye un claro ejemplo de personalidad antisocial y narcisista,
basándose esta consideración no en una apreciación subjetiva, sino en un
razonamiento inductivo derivado de la suma de actuaciones protagonizadas por el
sujeto en cuestión a lo largo de su vida.
Así, una vez acabados sus estudios universitarios P. Sánchez
anhelaba doctorarse, si bien, dadas sus evidentes limitaciones intelectuales,
pronto descartó el camino de la excelencia, consistente en la realización de
una tesis doctoral original, para optar por la vía del engaño, dedicando en
consecuencia todos sus esfuerzos a plagiar el trabajo de otros autores.
A su vez, como los psicópatas son contumaces en sus malévolas
intenciones, P. Sánchez, ya metido de lleno en política, decidió presentarse
como candidato a la Secretaría General del PSOE, y no tuvo mejor ocurrencia que
intentar amañar las elecciones mediante la colocación de una urna tras unas
cortinillas para que sus acólitos pudieran introducir papeletas con su nombre
y, a pesar de que se descubrió el entuerto con la consiguiente algarabía, este
aprendiz de Maquiavelo consiguió finalmente culminar con éxito su propósito, iniciándose
así la conversión del partido socialista en una secta sanchista, cuyo credo,
siguiendo la inclinación natural de su líder, ha consistido esencialmente en
mentir a la ciudadanía para conseguir llegar al poder.
Siguiendo esta misma línea de actuación, en los comicios
electorales de 2019 P. Sánchez se comprometió por activa y por pasiva a no
formar Gobierno con los comunistas de Podemos ni asociarse con los golpistas de
ERC y los filoterroristas de Bildu. Pues bien, con una falta de escrúpulos que
solo puede calificarse de indecente, P. Sánchez incumplió todas sus promesas
electorales, conformando un Gobierno socialcomunista con el respaldo de
golpistas y filoterroristas. Igualmente, P. Sánchez se comprometió, por un
lado, a no conceder ningún tipo de beneficio penitenciario a los golpistas
catalanes y finalmente les concedió el indulto, y, por otro lado, a defender la
memoria de las víctimas del terrorismo vasco para acto seguido dedicarse con
ahínco a blanquear a la organización criminal etarra. Obviamente, tales
actuaciones han puesto de manifiesto que P. Sánchez, en aras del poder y sus
prebendas, es capaz de traspasar todo tipo de líneas rojas, demostrando de esta
forma una deshonestidad difícilmente superable.
Estando ya al frente del Gobierno de España, a principios de 2020
llegó el corona virus y a pesar de los informes que, procedentes de la
Organización Mundial de la Salud y de un Comité de Expertos de la Unión
Europea, obraban en su poder alertando del riesgo que para la salud de la
población suponía el patógeno chino, P. Sánchez consintió el 8M la celebración
de manifestaciones feminazis por toda la geografía española, provocando con
ello una enorme y mortífera expansión del virus. De hecho, tan solo una semana
después decretó el estado de alarma y cerró el Parlamento para no verse
obligado a dar personalmente explicación alguna a la ciudadanía, recortando de
esta forma los derechos y libertades de los españoles de forma palmariamente
anticonstitucional, tal y como se encargó de establecer mediante sentencia
firme el propio Tribunal Constitucional. A su vez, P. Sánchez, mostrando al
mundo su proverbial arrogancia, asumió el mando único de la pandemia, con lo
cual, dada su incompetencia, tuvo como fatal desenlace el que España se
convirtiera en el país de la Unión Europea con peores tasas de morbimortalidad,
a pesar de lo cual, en el colmo del trilerismo político, este consumado
narcisista alardeó de su gestión de la pandemia sacando a relucir un informe de
la Universidad Johns Hopkins que finalmente se demostró inexistente.
Si bien a lo largo de su periplo presidencial han sido numerosas
las tropelías cometidas por el psicópata monclovita, cabe destacar que
habiéndose declarado un ferviente feminista y ecologista sus actuaciones
parecen ir en la dirección opuesta, manteniendo de esta forma su inveterada
fidelidad a esa norma que rige su vida, consistente en decir una cosa y hacer
la contraria. Así, en lugar de defender a las mujeres del acoso sexual que
muchas de ellas padecen, el Gobierno socialcomunista aprobó la “ley del solo sí
es así”, lo cual en la práctica ha supuesto la reducción de condena o la
excarcelación directa de más de 1.000 depredadores sexuales. A su vez, en lugar
de contribuir a la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero,
este patético presidente no ha hecho otra cosa que coger el avión Falcón para
la gran mayoría de sus desplazamientos, mostrando con ello no solo un desprecio
absoluto por el medio ambiente, sino también la laxitud de sus presuntas
convicciones ideológicas.
La última fechoría de nuestro patético presidente aconteció tras
el derrumbe socialista en las pasadas elecciones autonómicas y municipales.
Así, incapaz asumir el fracaso y afrontar la crítica interna, P. Sánchez
adelantó las elecciones generales, para acto seguido convocar a su grupo
parlamentario para que le brindara el “vergonzante aplauso de la derrota”, algo
que la ovina secta sanchista llevó a cabo temerosa y sumisamente ante la fatua
sonrisa del psicópata monclovita. De hecho, el grado de borreguismo del PSOE ha
llegado a tal punto que, a pesar de los funestos resultados obtenidos, P.
Sánchez tan solo ha recibido desde las filas socialistas las críticas de
dirigentes históricos, como son Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Nicolás
Redondo Terreros o Paco Vázquez. A su vez, con este adelanto electoral P.
Sánchez, en una nueva demostración de cinismo, ha pretendido evitar
pronunciarse públicamente en relación a su aberrante política de pactos con el
filoterrorismo etarra, si bien Arnaldo Otegi pronto desbarató sus planes al
declarar que ocultar que el PSOE y Bildu llevaban cuatro años juntos tanto a
nivel nacional como en el País Vasco y Navarra no era otra cosa que “creer que
la gente es boba”, viniendo así a poner de manifiesto que la manipulación de
los hechos y la falsificación de la realidad son prácticas habituales de esta
suerte de tahúr que desgraciadamente tenemos por presidente. Finalmente, a la
hora de adelantar las elecciones también primó el cálculo electoral, de tal
forma que, haciendo gala de su diabólica forma de hacer política, el psicópata
monclovita estableció la fecha de las elecciones el 23 de julio, es decir, en
pleno periodo vacacional y en mitad del puente de Santiago. El objetivo de tal
decisión solo puede ser, por un lado, que haya una baja participación del
electorado con la esperanza de que la abstención sea más pronunciada en las
filas de la derecha, y, por otro lado, que se produzca una gran cantidad de
votos por Correo, y es aquí donde se encienden todas las alarmas, ya que ello
puede suponer un auténtico pucherazo electoral, tal y como hemos podido
comprobar en las pasadas elecciones, donde se produjo una importante compra de
votos en distintos municipios del territorio nacional por parte del partido
socialista. En consecuencia, parece evidente que el adelante electoral tan solo
responde a los espurios intereses de un sociópata ávido de poder
definitivamente reconvertido en sátrapa bolivariano.
A la luz de todo lo expuesto, parece tarea ineludible del pueblo
español acudir masivamente a la veraniega cita electoral para expulsar de una
vez por todas de la política a un individuo como P. Sánchez que no es otra cosa
que la esperpéntica personificación de la maldad en estado puro.