martes, 21 de mayo de 2013
Caracalla
Caracalla
Después de la muerte de Cómodo, el imperio pasó por el gobierno fuerte e idóneo de Septimio Severo, que duró veinte años. Sin embargo, al morir éste en el año 211, hubo un período de anarquía en el que los generales se disputaron la diadema imperial, marcado por el gobierno de dos emperadores que parecían tener algún tipo de desequilibrio: Caracalla y Heliogábalo.
Inicialmente Septimio Severo dejó el trono á sus dos hijos, Caracalla y Geta; de carácter amable y humanitario este último, y cruel y sanguinario el primero, la armonía en el mando era imposible entre ellos; y después de intentar la divisen del imperio, Caracalla hizo asesinar á su hermano en los brazos de su madre, y mandó quitar la vida al célebre jurisconsulto Papiniano, por haberse negado a hacer elogio del fratricidio.
Caracalla, comenzada así la carrera de sus crímenes, se entregó ala corrupción mas desenfrenada, y lamas inaudita crueldad, sacrificando á miles de personas, ya para complacerse en sus sufrimientos, ya para apoderarse de sus riquezas. Tuvo que comprar la paz á los bárbaros del Danubio , queriendo imitar á Aquiles y á Alejandro, visitó las ruinas de Troya y ordenó en Alejandría de Egipto una matanza general. Cásase con la hija del rey de los Partos, pero los excesos de sus soldados provocan una guerra; antes de comenzar las hostilidades, muere Caracalla en Carras, asesinado; de orden de Macrino, prefecto del pretorio.
Un hecho importante registra la historia de Caracalla. Fue este la publicación de la Constitución Antonina, por la cual se concedió el derecho de ciudad á todos los subditos del Imperio, de condición libre; !a ciudadanía tan disputada por los plebeyos y después por los italianos, se extiende ahora á todas partes,, unificando á todos los pueblos bajo el punto de vista; del derecho. Tal vez se propusiera Caracalla con esta medida aumentar los impuestos, desde una vigésima, á una décima en las herencias y legados; pero el resultado es que contribuyó en gran manera a la unificación de todos los pueblos bajo Roma.
Caracalla, hijo de Septimio Severo, se había ganado el apodo por haber introducido en Roma la túnica llamada caracallct, de origen celta o germano. Ocupó el trono imperial junto con su hermano Geta, pero los dos se odiaban, y Caracalla decidió eliminarlo.
Con la supuesta excusa de querer reconciliarse, lo invitó a reunirse con él en los aposentos de su madre, donde lo asesinó. Luego justificó su traición diciendo que se había anticipado a un ataque de Geta, y mandó eliminar a los seguidores de su hermano, ganándose el favor de los militares por medio de generosas donaciones que vaciaron las arcas del imperio.
Su breve mandato estuvo signado por las calamidades, debido a que era tan despótico y casi tan desquiciado como su antecesor. Obsesionado por su deseo de gloria militar, se veía como la reencarnación de Alejandro Magno, a quien imitaba poniéndose ropas típicas de Macedonia. Además, reclutó soldados macedonios con los que creó una falange especial cuyos comandantes debieron adoptar el nombre de los generales de Alejandro. Y cuando Caracalla pasó por Troya, visitó la tumba de Aquiles.
Debido a la ansiedad y la sospecha, a las tortuosas pesadillas vinculadas con el fratricidio que había perpetrado y el temor a que lo asesinaran, el emperador solía consultar a videntes y adivinos, y se deshacía de todos los que, según él, lo criticaban, tuviera pruebas de ello o no. Ordenó una masacre brutal de jóvenes en Alejandría, porque estaba convencido de que la ciudad no lo honraba lo suficiente y se burlaba de él.
Su mal carácter y sus caprichos quizá se intensificaron porque siempre estaba enfermo. Aunque no se sabe con certeza cuál era la enfermedad que sufría, se comenta que, en busca de una cura, visitó el santuario de una divinidad celta, Apolo Grannus, en Baden-Baden, que en esa época se conocía como Aurelia Aquensis, y el templo dedicado a Esculapio en Pérgamo. En la primavera del año 217, el emperador fue asesinado por instigación de Macrino, el prefecto de la Guardia Pretoriana.
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