Ángela Rodríguez Pam: Se lió la gorda.
Por Ignacio Fernández Candela
Vaya por delante: el uso de la metáfora que a continuación va a
leer, no alude a la apariencia física de la miserable que se ha reído de los
asesinatos y violaciones de múltiples víctimas, con los criminales liberados
para volver a delinquir gracias a la demencial ley del «sólo sí es sí»,
pareciéndome de admiración el curvilíneo canon de belleza que Rubens desplegó
magistralmente en Las tres Gracias. Más bien, la fealdad interior de la pájara
engrosa de modo nauseabundo la descripción de un ser demostradamente abyecto,
trayéndome al pairo la apariencia física que, en mi opinión, es repelente por
el conjunto que representa de vomitiva frivolidad.
Se lió la gorda cuando la comunista se mofó de la suelta de
agresores sexuales. El grueso humor del parásito podemita, todo lo podemita es
parasitario, que ocupa la secretaría de estado del ministerio de la cajera,
dícese Igual- da, ha engrosado de escoria desalmada el de por sí sucio
sectarismo de una patulea de inútiles-unos porque lo son en esencia y otros por
ser miserables cómplices de maldades sin límites para seguir con los culos
pegados a las poltronas sanchistas-,riéndose de la liberación de una
horda de asesinos y violadores gracias la ley de una demente, defensora de la
pedofilia, la hija del famoso mozo encarnada con destino de cajera y elevada a
rango ministerial a sueldo de íncubos semejantes, rastreros y sulfurados que
asuelan España. Lo repetiré de continuo, este siglo XXI es manifiestamente
holístico para comprobar las encarnaciones de engendros del Mal con apariencia
política, cumplimentando con repugnante diligencia los objetivos de la siembra
de cizaña y la confusión. En concreto, las lorzas dialécticas de la
pantagruélica ideología de la payasa Pam, pasa por la manifiesta estupidez de
una indocumentada, una lerda obesidad metafórica de ignorancia repulsiva, la
continuidad grasienta del oportunismo detestable estando empleada con opíparo
salario una Carpanta de la moralidad, una vomitiva representación de la gula
feminazi, una rotunda invitada al banquete del oportunismo ensañada de gordas
inmoralidades.
No hay metonimia válida para describir con exactitud, ajustada a
la dimensionada realidad de la inefable Pam, el grado de bajeza personal, la
miseria indecente de su existencia oportunista, la ensanchada vanidad de un
monstruo sin entrañas capaz de bromear con la tragedia de mujeres y sus
familias, risueña de Satanás, del brutal sufrimiento provocado por la desidia y
la chapuza de la imposición legislativa.
Inflado el ego se le abulta la tripa del alma hasta darle aspecto
de globo que estallará en penitencia pues la vida, ni la muerte, perdona la
siembra del necio, la basta hediondez del humor flatulento, el pensamiento que
viene del estómago insaciable y el mohín risueño inspirado por el bajo cerebelo.
La Pam que no dimite siguiendo el ejemplo de las garrapatas socialcomunistas,
hincadas sin moral ni decencia, es ejemplo de abultada estupidez en el
ejercicio indignante del banquete continuado de gorrones con despacho. Henchida
de soberbia, sin vergüenza que valga, hay un vídeo donde desfila como ganado
por la justicia social, ignorando la petición de ayuda a una mujer desahuciada
del bienestar que ella disfruta con rolliza holgura. Esa que se embute más de
cien mil euros de sueldo público es la que ignora una mísera limosna, siquiera
feminazi.
Vivimos tiempos de víboras que se hacen pasar por víctimas
pretendiendo convertir por «ley de violencia política» la crítica legítima
contra las pifias, chapuzas y hasta delitos de una patulea de sinvergüenzas
devenidas de los sótanos sociales y bacanales podemitas.
Hipócritas embutidas con orondo egoísmo, cebadas de suficiencia
detestable, sin méritos que no sean chupar del bote si antes no han chupado de
botijos complutenses. Asqueante, repulsiva, de corpulenta maldad y
vergonzosa presencia, contemplando esa jeta inflada de estulticia se me viene a
la cabeza aquello de que a todo cerdo le llega su San Martín. Reírse de
asesinadas, de mujeres violentadas, violadas y vejadas, de sus sufrida
familias, es de puercos.
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