Unidos en el odio.
Por Filípides
Durante mucho tiempo en España, cuando los asesinatos de ETA
despertaban la ira popular, siempre había políticos y periodistas que pedían
“mantener la calma” y “no legislar en caliente”. Luego, pasado el tiempo, ya
calmados y en frío, los mismos políticos y periodistas hacían todo lo posible
por olvidar y porque olvidásemos. Al fin y al cabo, aquellos “asuntos” eran tan
desagradables e incómodos… Vamos, que como no era saludable “remover el dolor”
de las víctimas, mejor taparlo todo y muchísimos crímenes se cerraban sin
castigar a los culpables [1].
Para cómplices y encubridores no había tiempo para investigar los
más de 350 asesinatos pendientes de resolver; nunca era el momento de hacer
justicia y, al final, asesinos múltiples condenados a cientos de años de
prisión salían a la calle a los pocos años con penas reducidas. Sin colaborar
en el esclarecimiento de los crímenes no resueltos y sin arrepentimiento
alguno, los terroristas eran liberados en un alfombrado silencio mediático, y,
en muchos casos, homenajeados ante el asombro e indignación de los familiares
de las víctimas y de todos los españoles de bien.
Para la izquierda política y mediática el cumplimiento íntegro de
las penas suponía un “afán de venganza” y, simultáneamente, se empeñaban en
convencernos de que a los asesinos no había que castigarlos sino
“reinsertarlos”. Y así, durante décadas, hasta que, finalmente, los herederos
de aquellos políticos legalizaron el brazo político de ETA [2], acercaron a los presos [3] y, para “normalizar” semejante
infamia, decidieron expulsar de la vida pública a las víctimas del terrorismo
–junto a la España ultrajada– acusándolas de extremistas [4].
Los seguidores fanatizados de aquellos políticos cómplices del
terrorismo y sus propagandistas acabaron legitimando los atentados de ETA y
aplaudiendo leyes que blanqueaban a los asesinos… Y frente a la verdad de los
hechos, una parte de la sociedad abrazó un relato falso que enmascaraba también
su propia complicidad. Prototípico ejemplar de dicho envilecimiento, el
cineasta Pedro Almodóvar, quien, a propósito de su reciente autobiografía –y
relacionándola con la Ley de Memoria Democrática–, afirmaba: “la Historia hay
que perfeccionarla”
[5]. Aunque la libertad de “decorar” la
realidad o inventársela sólo le esté permitida a unos y, por supuesto, en un
único sentido.
La semana pasada, el partido etarra Bildu, socio preferente del
Gobierno socialista de Pedro Sánchez, anunciaba sus listas para las próximas
elecciones locales y autonómicas incluyendo entre sus candidatos a 44
exterroristas. Siete de ellos, condenados por delitos de sangre, y dos se
presentaban en la misma circunscripción en la que habían asesinado. Ningún
ministro del PSOE ni de Podemos quiso responder a los –pocos– periodistas que
les preguntaron por tal circunstancia.
¿Recuerdan ustedes cuando la separatista que todavía preside el
Parlamento, Meritxell Batet, expulsaba a un diputado de la derecha por
referirse a los socios del Gobierno con el término “filoetarras”? ¿Y recuerdan
cómo, a pesar de la negativa del diputado a retractarse, obligó a suprimir
dicho término del diario de sesiones? ¿O acaso nos hemos olvidado ya de la
marimorena que se lió cuando la diputada Cayetana Álvarez de Toledo llamó “hijo
de terrorista” al líder comunista Pablo Iglesias, cuyo padre perteneció al
FRAP? ¿Y de la cacicada de la misma Meritxell Batet al retirar también esta
alusión del diario de sesiones [6]?
La obsesión de la izquierda por reescribir la Historia nace de la
necesidad de ocultar sus crímenes: Desde los “recortes” de Stalin, hasta las
leyes de memoria “histórica” y “democrática”, pasando por el lenguaje
“performativo” y la justicia “transicional”. Obviamente, los “retoques” del
diario de sesiones del Congreso de los Diputados sólo confirman que quien puede
lo más, puede lo menos.
Señalaba este viernes la veterana socialista Rosa Díez que era
indignante –pero no sorprendente– ver las tragaderas de los votantes del PSOE
en 2023, dispuestos a seguir apoyando a un Partido Socialista aliado con Bildu.
Y explicaba que su odio a la derecha era mucho más fuerte que el rechazo a ETA
y que esta ceguera estaba por encima de cualquier sentido de la dignidad propia
o ajena.
Naturalmente. Porque dicha ceguera es fruto de un hermanamiento
ideológico evidente que viene de antiguo y que, por mucho que se intente, no se
puede negar. No en vano, los terroristas siempre han justificado sus asesinatos
en aras del socialismo. “Nosotros luchábamos por el socialismo” reivindicaba
abiertamente aquel condenado por terrorismo entrevistado en el documental “Bajo
el silencio” (2020)
[7]. ¿O es que ya no nos acordamos del lema
mil y una veces repetido, mil y una veces proclamado, pintado en las pancartas
y coreado en las manifestaciones [8] de la llamada izquierda abertzale?
Sí, exacto, ese mismo: “¡Independentzia! ¡Sozalismoa!”
Seguro que la escuela y la tele podrán ocultarles a las nuevas generaciones
esta realidad y es más que probable que muchos niños acaben interiorizando que
está bien matar por el socialismo. Al fin y al cabo, según los socialistas,
todo el que les lleva la contraria es nazi y llevamos más de 70 años
justificando matar nazis.
También es seguro que los progres españoles se seguirán dando
golpes de pecho, fingiéndose indignadísimos al verse asociados con asesinos. Y
que muchos pusilánimes se seguirán dejando engañar. Pero la verdad es la verdad
aunque la prohíban, aunque sea fea y triste y aunque muy pocos se atrevan a
exponerla.
Filípides
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Notas
[1] Actualmente,
379 asesinatos de ETA están sin resolver.
[2] El 20
de junio de 2012, bajo el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero,
el Tribunal Constitucional presidido por Pascual Sala enmendó la sentencia del
Tribunal Supremo que ilegalizaba las distintas máscaras políticas de ETA: Herri
Batsuna, Euskal Herritarrok, Sortu, Bildu, etc.
[3] Bajo
el Gobierno socialista de Pedro Sánchez. Léase El País de 24 de marzo de 2023: https://elpais.com/espana/2023-03-24/interior-pone-fin-a-34-anos-de-dispersion-de-presos-de-eta.html
[4] Aparte
de la negación de ayudas públicas a las asociaciones de víctimas no afines al
“relato” del Gobierno, la intolerancia de la izquierda hacia los que piensan
diferente se manifiesta de forma más que evidente en el antidemocrático y
reiterado intento de arrinconar a la oposición mediante los llamados “cordones
sanitarios”. Véanse las sucesivas campañas alentadas por las terminales
mediáticas del Partido: https://cadenaser.com/2022/02/21/casi-la-mitad-de-los-espanoles-apoya-un-cordon-sanitario-a-vox/
La Sexta, el 18 de enero de 2023: https://www.lasexta.com/noticias/nacional/psoe-ofrece-gobernar-castilla-leon-solitario-rompe-vox-todas-instituciones_2023011863c7e9f2f0501d0001368ebb.html
Campañas de censura y exclusión proclamadas impunemente en España
que desmienten, en su misma enunciación, la existencia de una verdadera
democracia. Véase El Correo, el 12 de mayo de 2022: https://www.elcorreo.com/politica/parlamento-vasco-cordon-sanitario-vox-20220512114045-nt.html Sobre
otra iniciativa similar en el Parlamento catalán, léase La Vanguardia, el 16 de
diciembre de 2022: https://www.lavanguardia.com/politica/20221216/8648510/riesgos-cordon-sanitario-vox.html
Estas llamadas a la exclusión, por supuesto, siguen vigentes en la
actualidad, como demuestra esta noticia del 13 de abril de 2023: https://www.vozpopuli.com/opinion/erc-propone-cordon-sanitario-vox.html
[5] El
periodista Carlos Girauta señalaba este afán de algunos por “decorar” los
hechos, a propósito de la reivindicación por el PSOE, este 1 de mayo, ¡de Clara
Campoamor! A la que dicho partido hizo la vida imposible y obligó a huir de
España. Léase “La revolución española vista por una republicana” (1937).
[6] Tropelía
apoyada por el TC presidido por el socialista Cándido Conde-Pumpido. Ver
Santiago González, 18 de abril de 2023: https://paralalibertad.org/bienvenidos-a-la-era-conde-pumpido/
[7] Documental
dirigido por el cineasta Iñaki Arteta. Min. 22:50 al 32:00.
[8] Lema
compartido por los diferentes partidos separatistas españoles, ya sea catalán,
gallego o vasco. Véase el vídeo independentista en el pueblo de Etxarri-Aranatz
(Navarra) de 2011 bajo el lema “Gora! Herri askeak”.
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