domingo, 17 de abril de 2022

Científicos cristianos: el irracional argumento de autoridad para justificar la superstición

Científicos cristianos: el irracional argumento de autoridad para justificar la superstición

 


The language of God collins cientifico religioso 

En el eterno debate entre ciencia y religión que en la actualidad se escenifica de forma recurrente en blogs y en foros diversos, uno de los argumentos más habituales a los que apelan los creyentes en defensa de su particular superstición es el argumento de autoridad. En cuanto se les muestra que ciencia y religión son absolutamente incompatibles, los piadosos contertulios despliegan una lista más o menos larga de pensadores, filósofos e incluso científicos con supuestas o incluso verdaderas creencias religiosas. Y la respuesta que hay que darles siempre debe ser la misma: ¿y qué?

Porque ¿qué más da que algunas de las mentes más brillantes que ha dado nuestra especie defiendan hechos erróneos con falsas argumentaciones? Ya que (aunque los creyentes no puedan ni siquiera imaginárselo dentro de sus limitadas mentes destruidas y anuladas por el virus de la fe y por la humillada sumisión intelectual a la superstición) en ciencia hay un axioma absolutamente claro por encima de cualquier otra consideración: las afirmaciones sin pruebas o las disparatadas invenciones no pueden ser mantenidas y mucho menos confirmadas aunque las pretendan apoyar todos los premios Nobel del mundo reunidos en concilio.

Así, repasando un poco la historia enseguida aparecen multitud de ejemplos en donde los descubrimientos o invenciones de las grandes mentes perviven y han sido incorporados al corpus científico actual mientras que los errores, fantasías o incluso las locuras (que de todo hay en el variado mundo científico) de esos mismos brillantes cerebros han sido rotundamente descartados sin que por ello dejemos de asombrarnos por la intuición o la inteligencia desarrolladas por esos grandes hombres a la hora de desvelar los misterios de la Naturaleza. Y ello es debido al uso continuado de la más poderosa herramienta de control y perfeccionamiento de la que disponen tanto la ciencia como el intelecto humanos: el método científico.

Así los grandes logros de Isaac Newton en matemáticas o física no han sido empañados ni por su desmedida afición a la alquimia ni por su extrema religiosidad, ya que dedicó mucho más tiempo y esfuerzos en su vida a la teología que a la ciencia. Imaginen si en lugar de perder el tiempo en supersticiones varias hubiera dedicado todo su increíble intelecto a la investigación. El también matemático y astrónomo Johannes Kepler enunció sus inmortales tres leyes aún cuando sus obras sobre astronomía están repletas de escritos sobre cómo el espacio y los cuerpos celestes «se relacionan» con la Trinidad cristiana. Bien es verdad que estos ejemplos junto con la gran mayoría de los científicos creyentes pertenecen al pasado, a épocas pretéritas en las cuales no sólo era impensable el ateísmo sino incluso la más mínima sospecha de increencia o herejía. Pero incluso aún hoy mismo y aunque sean una minoría, se pueden encontrar algunos buenos o incluso brillantes científicos profundamente religiosos, apegados a los increíbles e irracionales dogmas de su particular fe. Pero estos investigadores que han abjurado del propio método científico en este particular tema no pueden dan credibilidad alguna a la religión en general o a la creencia en particular que profesen, ya que por supuesto estos científicos religiosos cubren todo el espectro posible de la fértil inventiva supersticiosa: los hay cristianos de las más diversas variantes, budistas, hinduistas, musulmanes, seguidores de Iahvé o sintoístas. Por poder seguro que existen en el mundo científicos animistas, testigos de Jehová o cienciólogos. Por supuesto que si buscamos con ahínco muy probablemente encontraremos algún científico que crea en la astrología, en las abducciones extraterrestres o que practique el batmanismo. Yo personalmente conozco a uno que cree en el Reiki y en el alineamiento de los chacras. Pero por supuesto estas irracionales creencias no pasan a ser creíbles o verídicas porque el último premio Nobel de Medicina o Química nos lo asegure con total seriedad.

En este tipo de discusiones con creyentes yo siempre pongo el mismo ejemplo. En el mundo trabajan miles de profesionales de la medicina (cirujanos, médicos en general o enfermeros) que son fumadores habituales, incluso algunos de ellos (para mayor sorpresa) son oncólogos o neumólogos. Pero aún así no por ello es menos cierto que el tabaquismo es una de las principales causas del cáncer de pulmón.

Así que ya saben creyentes en las más variopintas religiones (y ya puestos también: negacionistas del SIDA, defensores del movimiento antivacunas y demás creyentes en las más diversas teorías de la conspiración) presenten pruebas fehacientes en defensa de sus argumentos y mientras tanto por favor no intoxiquen las discusiones con las elucubraciones esotérico-místicas del último premio Nobel, que algunos están ya muy mayores y requieren de mucha paz y sosiego.

william d phillips premio nobel cientifico cristiano

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario