El Ser Imaginario - Capítulo 9 (1859, La Muerte de Dios)
“La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento, son aquellos que saben poco, y no esos que saben más, quienes tan positivamente afirman que este o aquel problema nunca será resuelto por la Ciencia”.
Charles Robert Darwin, naturalista británico. (1809 – 1882)
Todos hemos visitado un zoológico en algún momento de nuestras vidas. En ellos, es posible apreciar toda clase de animales que normalmente no veríamos, ya que sólo existen en estado salvaje, lejos de los centros urbanos. Una criatura en particular, es la que, a mi entender, debería fascinarnos más profundamente; me refiero a los simios en cualquiera de sus variedades. ¿Qué poseen de fascinante estos animales? Su impresionante parecido con el ser humano, sus comportamientos de tipo social e individual que denotan intelecto desarrollado, o el compartir el 98 por ciento de su información genética con nosotros; son sólo algunas de las razones que los hacen especiales.
Los simios son, en sí mismos, evidencia viviente. Los primates actuales, son en realidad nuestros primos, y poseen similitudes evolutivas que los relacionan indefectiblemente con el ser humano: el lóbulo frontal más desarrollado, el ser bípedos y caminar erguidos, y, por supuesto, la principal característica que la Evolución nos ha permitido desarrollar a todos los primates: el dedo pulgar opuesto. (1)
Estos animales, son también una prueba irrefutable de la Evolución de las Especies, y de cómo las condiciones y necesidades biológicas fuerzan la adaptación de éstas. Por otro lado, también evidencian que no hubo un primer hombre llamado Adán, ni su compañera llamada Eva; nosotros jamás fuimos creados, somos producto de un proceso de transformación llamado Evolución. De todas formas, y a pesar de las innegables evidencias y los constantes hallazgos de fósiles alrededor del mundo, todavía hay quienes creen que la Evolución es sólo una teoría. Se trata de quienes prefieren ignorar, temen a la razón, y se refugian en una ilusión denominada “Dios”.
En el año 1859, Charles Darwin publica “El Origen de las Especies”, y en ese preciso momento la historia de la Biología cambia para siempre. Charles Darwin, fue el primer verdugo de la fe cristiana, revelando nuestro origen a quienes quisieran conocerlo, el proceso evolutivo, y el verdadero motivo por el que desarrollamos el intelecto: simple necesidad de supervivencia.
De la misma manera en que el pelícano desarrolló su pico especializado, o el tiburón su estructura hidrodinámica que le permite cazar de manera única en el reino animal, nosotros desarrollamos el intelecto; así como también una serie de características que nos pusieron por sobre el resto de los seres.
Darwin profundizaría sus estudios, para encontrar que la Selección Natural, no sólo favorece mutaciones físicas y distingue a las diferentes especies animales según sus características; sino que determina las conductas que intervienen en la capacidad de socialización del individuo. Hablamos de un desarrollo, ya no biológico, sino social; uno que permite al ser humano vivir en sociedad e incluso se contradice con el principio de supremacía del más apto, para definir un nuevo paradigma de perfeccionamiento de una especie a través de la Evolución. Esto ha permitido al ser humano, el desarrollo de sentimientos como la empatía o la compasión, mismos que suponen el pilar de la sociedad organizada en la actualidad.
La Evolución es tan precisa que, al día de hoy, sigue estando vigente y es la base fundamental de la Biología. La Medicina, se basa en ella para confeccionar nuevos fármacos, ya que los virus actuales se saben más adaptados y resistentes.
Cuando Darwin publicó “El Origen de las Especies”, seguramente no tenía idea de lo que representaría para las futuras generaciones; Darwin no sólo explicó en lenguaje sencillo y accesible para el lector promedio, cómo las especies más adaptadas prosperan y las menos adaptadas se extinguen, sino que derrotó a la fe en su terreno. No existía hasta ese momento una alternativa científica plausible y con bases sólidas a la explicación que la religión daba de la variedad biológica, así como del ser humano en relación a las primeras criaturas.
Las teorías del naturalista británico, modificaron grandemente las nociones acerca del origen y la evolución del hombre. Darwin, refutó la arraigada creencia, de que el hombre poseía un origen divino, y demostró que los seres humanos, eran el resultado de un proceso de desarrollo biológico. Opuso teorías científicas a las explicaciones de carácter teológico, hecho que tuvo un impacto considerable en la mentalidad de la época. Sus teorías, provocaron una enorme controversia en la sociedad cristiana, y dieron lugar a intensos debates.
La consecuencia lógica de estas teorías, fue la puesta en cuestión de la visión antropocentrista de la Naturaleza. Si el hombre no era una creación divina, tal como afirmaban las creencias vigentes hasta el siglo XIX, no había razón para sostener que ocupaba un lugar central en el orden natural.
La obra de Darwin, fue el resultado de un trabajo de observación e investigación que comenzó desde muy joven, cuando se dedicó a estudiar Historia Natural. Sin embargo, lo que realmente consagró los años de estudio y reflexión, fue su labor como naturalista en la expedición alrededor del mundo a bordo del Beagle; tal como lo afirma en su autobiografía:
"El viaje en el Beagle ha sido el acontecimiento más importante de mi vida, y el que determinó toda mi carrera.”
El concepto de Evolución, era ya contemplado y estudiado por los naturalistas anteriores a Darwin, pero lo que le otorgó a éste el crédito por describir y comprender la Selección Natural, fue la publicación, el 24 de noviembre de 1859, de “El Origen de las Especies.”
A pesar del amplio rechazo de la Iglesia por todo lo referente a sus investigaciones, Charles Darwin no rechazó de plano la posibilidad de la existencia de Dios. De hecho, era agnóstico, misma posición que se ha dicho fue determinada por la muerte Anne, su segunda hija a los diez años de edad por causa de la fiebre; e incluso muchas biografías del científico naturalista así lo afirman. En lo personal, no comparto esta interpretación; más bien deduzco que la veracidad del sistema evolutivo fue determinante en su negación de los parámetros divinos como eje de la existencia y explicación de la diversidad biológica existente. Incluso narró en su diario de viaje, algunas vivencias que lo llevaron al comienzo de una descreencia sistemática:
"De hecho casi no puedo comprender cómo haya nadie que pueda desear que la doctrina cristiana sea cierta.”
Y varios años más tarde escribió:
"Considerando la ferocidad con que he sido tratado por los ortodoxos, parece cómico que alguna vez pensara ser clérigo".
Darwin nos abrió los ojos sobre el origen de las distintas especies que habitan la Tierra y de nosotros mismos. Aportó datos y fundamentó cómo llegamos a nuestro estado actual de desarrollo evolutivo y quienes somos en realidad. Hombres como Charles Darwin, iluminaron a la humanidad y comenzaron un proceso imposible de detener: el avance del conocimiento humano.
Si bien, no es objetivo afirmar que la Ciencia posee todas las respuestas, las contradicciones y ausencia de lógica en los argumentos religiosos, demuestran que los mitos nada nos aportan en cuanto al conocimiento; es entonces cuando las evidencias nos dan un panorama de la realidad.
Hoy día, sólo el Creacionismo presenta objeciones a la Evolución, con base en la teoría de “complejidad irreductible” (2) desarrollada por el bioquímico Michael Behe. Se trata de un desarrollo teórico que postula -basado en la complejidad de los seres vivos- que anulando cualquiera de las partes de un sistema biológico complejo, es factible deshabilitar el sistema en su totalidad. Implicando por tanto, una absoluta dependencia del sistema en cuestión, de cada una de sus partes. Establece también, que es imposible obtener patrones bióticos complejos a través de un proceso fortuito. Esta teoría, fue desarrollada para apoyar el concepto de “Diseño Inteligente”, el cual sostiene que cuando algo posee complejidad específica, se puede asumir que fue producido por una causa inteligente, es decir, que fue diseñado; en lugar de ser el resultado de un proceso natural.
La idea de la irreductibilidad de los sistemas biológicos, surge como consecuencia de un estudio de Michael Behe en el año 1992, cuando éste revisaba el proceso de coagulación de la sangre y el origen de las proteínas, para el libro “Of Pandas and People”. Luego, en 1996, el bioquímico utiliza por primera vez el término “complejidad irreductible” en su libro “La Caja Negra de Darwin”, donde propone que la Ciencia no puede explicar el desarrollo de algunos sistemas biológicos, dado que éstos sólo funcionan en el estado que los conocemos, pero no serían funcionales si faltase alguno de sus componentes. Por tanto, sostiene que poseen una complejidad imposible de reducir a un estado más primitivo de desarrollo.
Los defectos de este planteo son evidentes. La complejidad, está supeditada a la percepción, y es, en última instancia, un argumento que pretende definir criterios absolutos. Hace ya mucho tiempo, se sabe que un sistema extremadamente complejo, puede construirse añadiendo partes que, aunque al principio son solamente características o desarrollos básicos y prescindibles, pueden evolucionar hasta volverse indispensables. Por otro lado, afirmar que algo es tan específicamente complejo que las posibilidades de haber evolucionado se reducen a cero, es ilógico. Además, este razonamiento implica una segunda posibilidad basado en la hipotética imposibilidad de su opuesto, lo que no tiene sentido alguno.
Los casos en los que objetos naturales de indescriptible complejidad -que se sabe son producto del azar- aparecen en la Naturaleza, son muchísimos: diamantes, cristales de todo tipo, seres acuáticos de las profundidades cuya complejidad nos asombra; sólo por citar algunos. Por otro lado, Darwin destruyó ya en “El Origen de las especies“, planteos tales como la complejidad irreductible, describiendo cómo, pasos sutiles y progresivos, llevan a sistemas extremadamente complejos y perfeccionados. (3)
Es de destacar que, en la actualidad, ninguna corriente científica sustenta a la complejidad irreductible, y, de hecho, existe un consenso sobre que ésta es un planteo más acorde con un intento de otorgar carácter científico a una idea meramente creacionista, que con un análisis basado en criterios científicos de cualquier tipo.
El Creacionismo, no puede ser considerado ciencia en absoluto, ya que viola los parámetros de la misma. Dado que, para que algo sea científicamente viable, debe ser también científicamente falsable. O bien, debemos poder demostrar su posibilidad tanto como su imposibilidad; algo que las teorías creacionistas jamás podrían hacer, ya que sus enunciados son de naturaleza no fáctica. La falsabilidad de los sistemas, es uno de los pilares de la Ciencia, y no siendo posible aplicarlo al sistema en cuestión, éste queda descartado como ciencia formal o posible.
La Evolución de las Especies, es uno de los ejes de la Ciencia (4) y la única explicación coherente para la diversidad biológica sobre la Tierra. Los movimientos creacionistas por su parte, intentan desprestigiar a la Evolución, en lugar de aportar evidencias de lo que pregonan, y eso es, en sí, una falencia del sistema religioso. Históricamente, la Iglesia ha desprestigiado a quienes la detractaban, para así sobrevivir a costa de su ausencia de fundamentos.
Los desarrollos teóricos de Darwin, marcaron un antes y un después en la historia de la Biología. Hoy sabemos, que la lucha por la supervivencia, es el principal precursor de cambios en la Naturaleza. La Evolución, no es sino el resultado de la adaptación de los seres en función de triunfar como individuos y consecuentemente como especie. Es el verdadero sistema de la Naturaleza, el modo en que ésta define la prevalencia de una especie sobre otra y la medida del éxito de las formas de vida.
El intelecto, la herramienta que nos permitió imponernos sobre todas las criaturas y posibilitó que el destino de toda forma de vida sobre la Tierra esté ligado al nuestro, es, a fin de cuentas, un producto de la misma Selección Natural que Darwin definiera como el principal motor de la Evolución. En resumidas cuentas, aquel 24 de Noviembre de 1859, no sólo se publicaba un libro histórico para la Ciencia, uno que marcaría el desarrollo de la Biología desde esa fecha en adelante; también se condenaba a muerte a un ser imaginario, creado por la ignorancia y el miedo, y destruido por la razón y el conocimiento.
1. El dedo pulgar opuesto, es la base de la manipulación de herramientas, tanto para el ser humano como para el resto de los simios. Es un rasgo evolutivo característico de todos los primates.
2. La Ciencia, considera al planteo del Diseño inteligente, como una falacia. Uno de los argumentos más potentes de las teorías creacionistas, que intentan rebatir la Evolución, es la complejidad irreducible. El concepto, fue ideado por el bioquímico Michael Behe, y sostiene que hay en la Naturaleza, sistemas irreducibles en los cuales existen, en sus palabras:
“una serie de bien planeadas interacciones, que permiten el funcionamiento básico, así que al ser eliminadas ciertas partes del sistema, éste cesa efectivamente de funcionar”.
3. "Generaciones de creacionistas, han intentado contradecir a Darwin, citando el ejemplo del ojo como una estructura que no podría haber evolucionado. La habilidad del ojo para proveer visión, depende del arreglo perfecto de sus partes, dicen los críticos. La Selección Natural, nunca podría haber favorecido las formas transicionales necesarias durante la evolución del ojo; ¿Qué tan bueno es medio ojo? Anticipándose a esta crítica, Darwin sugirió que aún un ojo -incompleto- podría conferir beneficios -como ayudar a las criaturas a orientarse hacia la luz- y de ese modo sobrevivirían, permitiendo futuros refinamientos evolutivos. La Biología, ha vindicado a Darwin: los investigadores han identificado ojos primitivos y órganos sensibles a la luz a través del reino animal, y han ayudado a trazar la historia evolutiva del ojo a través de comparaciones genéticas. Ahora parece que en varias familias de organismos, los ojos han evolucionado independientemente."
John Renie, “15 respuestas al sin sentido creacionista”. Scientific American, julio de 2002.
4. "La teoría de la evolución de Darwin, marcó un antes y un después en la historia de la Ciencia.” En palabras de la bióloga tucumana Carolina Nieto, en una entrevista con “LA GACETA” en 2009, en el homenaje a Charles Darwin en las Naciones Unidas.
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