Los corales del diluvio
Los arrecifes de coral, frente a los depósitos sedimentarios, plantean un problema aún más difícil, porque incluso el público poco entendido tiene una idea de las tasas de crecimiento típicas de los corales; los arrecifes de coral tropicales crecen horizontalmente a un ritmo de 1-3 cm/año, mientras que verticalmente su crecimiento va desde 1 a 25 cm/año. Estas formaciones también las encontramos en el interior de los continentes actuales, como el Capitan Reef en Nuevo México y Texas, uno de los arrecifes fósiles mejor conservados del mundo. Con un espesor de hasta 610 m (King, 1948), está formado por un arrecife desarrollado en los márgenes del Mar Delaware, durante el Pérmico medio.
El Capitan Reef se formó principalmente a partir de esponjas calcáreas, encostramientos de algas como estromatolitos, y directamente lodos calcáreos, en marcado contraste con los arrecifes del Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico, que se componen principalmente de corales. Prosperó a lo largo del borde de la cuenca del Delaware hasta hace unos 260 millones de años, cuando las condiciones climáticas se volvieron desfavorables para su crecimiento. Arrecifes similares se pueden encontrar en el Silúrico de la región media del continente (Fisher et al., 1988) y en el Devónico de Alberta (Johnson y McMillan, 1993).
Morris & Morris (1989) argumentan correcta, pero un tanto insinceramente que los arrecifes del pasado probablemente no fueran similares a los actuales. Efectivamente, estas facies recifales Pérmicas se caracterizan por la presencia de algas (por ejemplo Collenella y Mizzia), briozoos fenestellidos, briozoos ramosos (por ejemplo Acanthocladia), fusulínidos (por ejemplo Polydiexodina) y foraminíferos, además de, varios tipos de esponjas (por ejemplo, Amblysiphonella, Cystauletes, Girtycoelia, Heliospongia y Lemonia), Tubiphytes, braquiópodos, cefalópodos, y los corales.
Estos autores, citando a S.E. Nevins (pseudónimo de S. Austin, 1975), afirman que el Capitán Reef y el complejo de areccifes del pérmico (Delaware Basin) del oeste de Tejas, comprenden sobre todo lodos transportados con cal que contienen fósiles. Sin embargo, este modelo de la «inundación» requeriría una tasa mínima absoluta de crecimiento vertical de 1,6 m/día (7 cm/h), una velocidad 80.000 mayor que el máximo observado para una superficie de arrecife modernos (Chave et al., 1972).
Atolones e inundaciones
Los Atolones son masas más o menos circulares de arrecifes coun una o más aberturas que unen la laguna central con el mar abierto. Muchos atolones se formaron alrededor de una isla volcánica que desapareció lentamente bajo el mar; el crecimiento del coral se produce parejo al hundimiento, y finalmente queda únicamente el anillo de coral y la laguna como único testigo de la isla desaparecida bajo las aguas. Muchos atolones presentan enormes masas de arrecife. Los atolones y arrecifes de coral necesitan muchos miles de años en formarse, porque los corales individuales que los constituyen crecen muy lentamente. En condiciones ideales, los corales crecen de uno a dos centímetros y medio al año (aunque las condiciones raramente son las óptimas). Por otro lado, el crecimiento del arrecife es mucho más lento que el de los corales individuales que los componen, dado que la masa base se va formando a partir de las ramas de corales rotos o muertos, el cemento calcáreo y las algas rojas y verdes que, junto con la arena, forman un material mucho más compacta que los corales originales. El arrecife consiste así en una gran masa de coral con arena cementada, creciendo realmente a tan sólo unos milímetros por año. Estas tasas de crecimiento lentas implican que los atolones de coral y arrecifes de barrera (tanto fósiles como los modernos) necesitan decenas de miles de años para alcanzar su tamaño y forma actuales. El modelo de geología de inundación provee sólo una fracción del tiempo necesario.
Harry Stephen Ladd (1899-1982), en 1960 perforó en el atolón Eniwetok (o Eniwetok), de las Islas Marshall, en el océano Pacífico. Esta formación se compone de 40 islotes con un área de 6 km² y una laguna central de 30 km de diámetro. Estas muestras de testigos revelan una enorme tapa de coral que tardó millones de años en formarse. Más de un millar de kilómetros cúbicos de roca de arrecife de coral cubren un cono de basalto de volcán hundido. Hace millones de años, este cono formaba una isla volcánica que, a medida que se hundía poco a poco, los arrecifes de coral que habían estado creciendo a su alrededor crecieron hacia arriba suficientemente rápido para mantenerse en la superficie del océano, formando la enorme tapa de coral. Los núcleos más profundos tomados de la serie de perforación son tan viejos que se han alterado químicamente de aragonita a dolomita. El núcleo más profundo de la muestra se tomó a 1380 m. Asumiendo dos supuestos generosos, que el arrecife en su conjunto creciera 1 cm al año y que no se produjera erosión por elevación de la plataforma coralina o descenso del nivel del mar, el atolón puede tener menos de 138.000 años de antigüedad.
La hipótesis de la geología de inundación no permite más que 8.000 años para que todos los arrecifes modernos se hayan formado, lo que sólo representa el 5% que necesitó el atolón Eniwetok para crecer a su estado actual. Aunque, si la geología de inundación fuera cierta, entonces los arrecifes modernos comenzaron a crecer sólo después de la inundación de Noé. Después de todo, el propio Diluvio habría matado a todos los corales debido a la subida drástica del nivel del mar y a la suspensión de partículas de arcilla en todas las aguas del océano, que habrían tardado años en estabilizarse (los corales requieren de agua limpia y no puede soportar la turbidez). Eso significa que el atolón de Eniwetok creció a una tasa de ¡50 cm anuales!. Lógicamente, alguien se hubiera dado cuenta tras el diluvio de la excepcional tasa de crecimiento.
El Devónico de Alberta y el inexplicable Hawai
Los fósiles de los arrecifes Rainbow Lake formados en Devónico en Alberta, Columbia Británica y los Territorios del Noroeste son, como muestran Hriskevich (1970), Langton (1968) y otros, grandes trampas petroleras. Puesto que están enterrados entre lenguas de rocas sedimentarias, según la geología de la inundación deberían haberse formado durante el Diluvio de Noé. Sin embargo, forman sólidos y sinuosos arrecifes de corales dolomitizados y escombros de coral cimentados por algas calcáreas. En otras palabras, se ven como barreras de arrecifes modernos, no como montones de corales sueltos que las ondas de marea de Diluvio agruparon por casualidad. Estos arrecifes, de más de 240 metros de espesor, requieren al menos 24.000 años de aguas tropicales tranquilas (suponiendo la generosa tasa de 1cm/año), y no una sucesión de año y medio de barro y maremotos.
Por otro lado, tal y como refleja la Geology of the State of Hawaii (1966) de Harold Thornton Stearns, los abundantes arrecifes de coral, así como otras complejas características geológicas del archipiélago de Hawai generan muy graves dificultades a la geología de inundación. Por ejemplo, una secuencia de estratos expuestos a nivel del mar cerca de Pu’uloa o Pearl Harbor, en la isla de Oahu, tardó muchos años para formarse, demasiados para el Diluvio. Esta secuencia contiene cal de arrecife por encima del nivel del mar que cubre una capa de ceniza volcánica que a su vez cubre otra capa de caliza arrecifal. Además, una muestra del núcleo tomado de perforación de 332 m reveló 15 arrecifes de coral separados por los suelos fósiles, lignito (carbón pardo) y una playa de roca.
Otras formaciones, las terrazas oceánicas, parecen peldaños de una escalera que sale del mar. Cada terraza representa una antigua línea de la orilla por encima o por debajo del nivel actual del mar, y representan los períodos de subida y bajada del nivel del mar. Estas terrazas en Hawai, Nueva Guinea, Jamaica y otras costas tropicales suelen estar soportadas por arrecifes de coral muertos (Goreau, 1979), cada uno de los cuales tardó miles de años en formarse. Los artículos de H.T. Stearns sobre las terrazas de coral de Hawaii, señalan que muchas terrazas contienen conglomerados fosilíferos marinos. Para la geología científica esto no es para nada una sorpresa, ya que las inundaciones fluviales, los deslizamientos de tierra, las olas de tormenta y las corrientes de turbidez, son sólo algunos de los procedimientos conocidos para enterrar y conservar los animales y las plantas antes de que se pudran, y puedan así convertirse en fósiles. Sin embargo, los creacionistas de la tierra joven insisten, una y otra vez, en que no hay procesos pueden enterrar animales muertos lo suficientemente rápido como para fosilizarse, excepto las catástrofes universales del tamaño del Diluvio de Noé. Si esta hipótesis es correcta, y si estos conglomerados se formaron en el Diluvio Universal, entonces los creacionistas tienen que explicar por qué estas terrazas y arrecifes son similares a los se forman actualmente por procesos infinitamente más lentos.
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