jueves, 7 de abril de 2022

El Ser Imaginario - Capítulo 6

El Ser Imaginario - Capítulo 6 (La Farsa Más Infame)

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"Es tal la debilidad del género humano, que vale más para él, ser subyugado por todas las supersticiones posibles, que vivir sin religión. Era mucho más razonable y más útil, adorar esas fantásticas imágenes de la divinidad, que entregarse al ateísmo. Un ateo que fuese razonador, violento y poderoso, sería un azote tan funesto como un supersticioso sanguinario."
François-Marie Arouet Voltaire, filósofo, escritor, abogado e historiador francés. (1694 – 1778)
 
La Biblia es verdad porque es la “Palabra de Dios” y Dios es verdad. Todo cristiano basa su concepto de legitimidad bíblica en esta afirmación, tal como si su fe no le permitiese dudar del origen de las Escrituras, o el acostumbramiento al empleo del pensamiento circular para cada situación insalvable desde la razón, le impidiese considerar las evidencias al respecto.
 
Los Evangelios no pueden tomarse como fuente histórica confiable, dado que se escribieron mucho tiempo después de la hipotética muerte de Jesús. Además, presentan incongruencias históricas sobre la fecha en la que éste nació y los acontecimientos que rodearon su nacimiento. Por otro lado, la inmensa mayoría de los hechos allí relatados, han sido comprobadamente plagiados de textos más antiguos, pertenecientes a creencias mesopotámicas, griegas y persas; que datan de más de mil años antes del cristianismo.
 
Ya en su obra “Diccionario Filosófico” del año 1751, Voltaire señala que los judíos fueron negociantes y usureros mucho tiempo antes que los griegos, babilonios y egipcios, por lo cual, y luego de analizar las similitudes entre relatos cristianos como los de Jefté, el diluvio universal y el arca de Noé o Lot y su mujer, con relatos equivalentes de las mencionadas culturas; deduce que el plagio bíblico comienza cuando los judíos fusionan sus mitos con los de aquellos pueblos que negociaban.

Podemos afirmar que el relato bíblico es, sin lugar a dudas, una comprobada fabula mitológica. Esto como resultante, no sólo de reconocer sus analogías con otras creencias y los evidentes desfasajes cronológicos, que evidencian una innegable ausencia de historicidad; sino también del hecho de ser un texto de naturaleza puramente fantástica, cuyo único propósito es el de promover la concordancia ideológica con un modelo basado en la divinización de un dios absolutamente infundado, indemostrable y carente de toda lógica.

Sobre el Lenguaje Bíblico y la Salvación:
 
Ya desde la antigüedad, los textos religiosos y doctrinarios, utilizaban el lenguaje persuasivo para guiar hacia la aceptación de una idea o legitimar un accionar.
 Diferentes pensadores le han concedido a la persuasión un carácter negativo, más acorde con una suerte de manipulación argumental. Uno de los primeros filósofos que argumentó al respecto fue Platón, quien la desmerecía por la preponderancia que él daba a la lógica sobre la estética o la dialéctica. También distinguió entre “falsa persuasión” y “persuasión legitima”. Afirmaba que la persuasión, debía estar basada en verdades y buscar la difusión del conocimiento. Así, un profesor ejerce una persuasión legítima al divulgar un conocimiento. Sostenía que, si se sacrifica la verdad en pos de una artimaña, se obtiene una aceptación de lo dicho, en lugar de una transmisión de la verdad de lo dicho. En sus palabras:
 
“El Universo fue engendrado por una combinación de la necesidad y la inteligencia. Dominando a la necesidad, la inteligencia la persuadió a que orientara hacia lo mejor la mayor parte de las cosas que nacen. Y de este modo, el Universo, se formó desde el principio, por la sumisión de la necesidad a la persuasión inteligente.”
 
También Aristóteles define a la persuasión, como uno de los tantos elementos de los que se vale un orador, con el fin de obtener el convencimiento efectivo al respecto de una idea; independientemente de la validez de la misma. Podemos perfectamente utilizar dichos criterios para el análisis de la estructura bíblica, dado que, además del analogismo con mitos pre-cristianos, gran parte de los relatos significativos de la misma, utilizan la persuasión, con el fin de presentar los hechos allí relatados de manera funcional a la aceptación del mensaje.
 Persuadir equivale a evadir el pensamiento crítico en pos de una aceptación no razonada, y esto no se condice con una doctrina fundamentada. Un conocimiento cierto, verídico, no debería persuadir, sino tan sólo presentar sus lineamientos; para que luego éstos sean aceptados o rechazados con base en el propio discernimiento. Todo intento de injerencia ideológica persigue un objetivo, no existe método sin propósito o mensaje sin finalidad; incluso en este plano.
 
El efecto del lenguaje persuasivo, es por cierto pernicioso. Es, en sí mismo, un método ilegitimo de afianzamiento de ideas, dado que las mismas son impresas en las mentes por medio del impacto emocional o el desvío de la verdad argumental; en lugar de ofrecer razones válidas o certeras basadas en criterios objetivos.
 
Si las Escrituras fueran la revelación del sistema que Dios nos propone para la salvación; ¿no debería el mensaje estar libre de ambigüedades y presentar pautas claras para tal fin? ¿Y no sería lógico que éstas fuesen comprensibles y universales? Pues bien, la Biblia no ofrece criterio alguno de unificación del discurso, definición del método para alcanzar el ideal propuesto u objetivación del mensaje fuera del relato fabulesco. El texto presenta, de hecho, una dicotomía por oposición entre lo implicado, o discurso oculto; y lo explicito o discurso evidente. Ya que, ciertos puntos están sujetos a la interpretación, o se deducen sólo por medio de la intuición, en lugar de ser fundamentos concretos de interpretación objetiva.
 Descripciones tales como “tomaré tus mujeres delante de tus ojos y las daré a tu prójimo”, “si da a luz una niña quedará inmunda” o simplemente la designación de “El pueblo elegido de Dios”; no aportan tampoco a un mensaje universal o unificador. (1)
 
El punto más revelador al respecto del lenguaje utilizado en las Escrituras, es la metodología argumental, ya que, tratándose de una hipótesis de salvación para la humanidad; los criterios que posibilitarían tal cosa, están ausentes. No se identifica en el texto, criterio alguno de verdad o sustento lógico para las propuestas allí planteadas, salvo el interés personal en una salvación egoísta e individual. A pesar de ello, la Biblia supone la declaración de una salida para la humanidad o un sistema objetivamente inequívoco, rasgo que, de hecho, no está a la vista a lo largo del relato. Cada eslabón en el rumbo hacia la salvación, es una propuesta basada en modelos de aceptación o rechazo, inclusión o condena. Por otra parte, la salvación que el texto nos presenta es utópica y contraria con nuestra naturaleza, es decir que sólo se puede acceder a ella en el marco de lo intangible. Todo lo que nos define como seres pensantes; pasa a ser irrelevante frente a criterios impracticables.
El modelo de trascendencia que el cristianismo propone, se basa en dos puntos principales: la utopía de una sociedad perfecta en armonía con la doctrina bíblica, y la salvación del individuo basado en la aceptación de dicho discurso. He aquí el dilema, si deseáramos obtener un criterio de verdad universal, que nos permitiese definir soluciones posibles para todos los predicamentos humanos, estaríamos necesariamente adentrándonos en el terreno de lo concreto, factible y aplicable. Entonces; ¿Qué nos propone el relato bíblico al respecto? Pues no mucho, salvo esperar la salvación luego de la existencia física, a cambio de creer en la promesa de una entidad indemostrable. La doctrina cristiana, está imposibilitada de brindar soluciones para el ser humano en el plano concreto, sólo le es posible ofrecer una promesa como solución a dilemas de naturaleza terrenal. Por otro lado, los elementos de juicio necesarios para actuar en consecuencia de cualquier problemática, implican al pensamiento crítico, primer factor opuesto a la fe.

La razón, sería la herramienta lógica para obtener conclusiones ciertas que permitieran prescribir acciones correctivas a cualquier problemática social, en ello, la doctrina basada en la fe encuentra su primer conflicto. La salvación individual es, en contraposición con el modelo propuesto desde las Escrituras, algo irreal e impracticable. ¿Qué recurso nos ofrece el cristianismo en su relato magno además de la promesa de salvación? ¿Cómo podríamos fundamentar la necesidad de idolatrar lo intangible o confiar ciegamente en promesas sin bases concretas? En realidad, no hay mucho en la Biblia, además de una serie de reglas o modelos éticos, que son evidentemente contradictorios con nuestra naturaleza; como ya he argumentado en el capítulo 2. Pero, ¿en qué consiste la salvación?
 
Salvación significa, en reglas generales, la liberación de una condición indeseada. En lenguaje cristiano, equivale a librar el alma de la esclavitud eterna producto del pecado. Entonces, basándonos en Las Escrituras para comprender qué proceso permite llevar a cabo dicha liberación, hallamos que, indefectiblemente, el único medio posible es la aceptación incondicional de la doctrina bíblica.
 
¿Qué tenemos entonces? La promesa de una vida infinita y sin límites, eterna, a cambio de la incorporación de aquello que se nos presenta como la fórmula para la perfección moral.
 Estas pautas o modelos éticos, resultan insuficientes y se tornan obsoletos en la práctica. La sola noción de “No matarás” o “Ama a Dios sobre todas las cosas”, nada nos dice sobre problemáticas sociales o las implicancias de abandonar el pensamiento crítico, para adoptar un sistema de pensamiento sin bases objetivas como el propuesto en el relato.
 
Aquí nos encontramos con la principal falencia del modelo cristiano. Si la pertenencia es el factor determinante para ser merecedor de la salvación, entonces nuestras acciones pasan a ser despreciables frente a un planteo más acorde con la necesidad de adeptos, que con adoptar un compromiso en relación a las problemáticas humanas.
 El modelo ético que plantea el cristianismo falla, y lo hace en todos los niveles:
En primer lugar, porque supedita al ser humano a comprometerse con una idea sin motivo alguno, ya que no existen garantías del resultado de creer. Además, si la aceptación de un dogma es requisito para la salvación, deberíamos entonces cuestionarnos al respecto de las consecuencias de dicha elección, pero el cuestionamiento es contrario a la fe.
 Tampoco queda claro de qué somos culpables, es decir; ¿somos responsables por actos que aún no sucedieron? Después de todo, en esto se basa el planteo primero de la propuesta cristiana.
 
Si la liberación del alma es la opción a la condena eterna, debería existir, en primer lugar, un motivo para tal condena. Ya que, sin ser responsables de acto alguno, salvo la posibilidad de incurrir en hipotéticos errores durante nuestras vidas; no existe tampoco un motivo por el cual debamos ser salvados. Por lo tanto, la salvación que propone el cristianismo es utópica, irreal, impracticable y se derrumba ante el menor análisis.
 
Sobre las Similitudes del Cristianismo con Cultos Anteriores:

La Biblia claramente señala que Jesús era Dios encarnado y que a través de su encarnación él pudo actuar como un sacrificio por nuestros pecados. Es a través de la muerte y resurrección de Cristo, que podemos tener la esperanza de la vida eterna con Dios. (2)
 
La cristiandad es una doctrina relevante, auto impuesta como religión verdadera. De todas formas, el fundamento cristiano para semejante imposición es únicamente la afirmación de la veracidad bíblica, por tanto, no existen hechos que sitúen al cristianismo en esta posición o verifiquen su legitimidad histórica; más que las argumentaciones de los mismos integrantes del clero. En estas condiciones, y teniendo en cuenta las evidencias de varios plagios más que probables del texto bíblico con respecto a mitos más antiguos; sólo podemos mantenernos escépticos al respecto.

Las similitudes entre el cristianismo y cultos o personajes de origen mesopotámico, griego o persa, no son nada nuevo y están ampliamente documentadas. Algunas de las más significativas se resumen a continuación:
 Sargón de Acad. (2334 –2279 AEC) Rey de Acad, Mesopotamia, fragmento de un texto que relata su infancia: “Mi madre me concibió, en secreto, ella me llevaba. Ella me dejó en una cesta de junco, sellada con el betún que mi tapa. Ella me llevó al río que pasó sobre mí. El río me llevaba y me llevó.”
 
Relato bíblico Éxodo Cap. 2, Moisés: “Le tuvo escondido tres meses, al no poder ocultarlo más tomo una arquilla de juncos y colocó en ella al niño y lo depositó a la orilla del río.”
En el segundo caso, se trata de la historia de Moisés, hijo ilegítimo depositado a orillas de un río con la intención de salvarle; las similitudes son evidentes.
 
La Epopeya de Gilgamesh (o Istubar), (relato de Uta-na-pistim), es una narración de la Mesopotamia de origen Sumerio del siglo XXVII AEC. Istubar, es un personaje legendario de la mitología sumeria, quinto rey de Uruk hacia el año 2659 AEC y protagonista del poema de Gilgamesh. Aquí, hay dos elementos claramente utilizados por el cristianismo. Uno es el mito del gran diluvio, al que escapó un elegido por los dioses, incluyendo un arca donde se salvaron animales, e incluso el envío de una paloma al final del mismo. El otro, es el hecho de que una planta que hubiera podido otorgar la juventud, le es "robada" a la humanidad, en parte por la inconsciencia del hombre, y en parte por la intervención de una serpiente; lo que es sorprendentemente similar al mito del Árbol de la Ciencia en el episodio de Adán y Eva del Génesis.
 
Pero el diluvio universal, no es en realidad una idea puramente mesopotámica. De hecho, ha sido tratado y transcripto en varios textos sagrados de diferentes culturas: griegos, egipcios, aztecas, incas, mayas, mapuches, uros y moussayes. Todos ellos han hecho referencia en algún momento de su historia a un gran diluvio al estilo bíblico. Ninguno es tan asombrosamente similar al relato de Noé y el arca como el poema de Gilgamesh, pero todos comparten un factor en común: un diluvio masivo y el destino de un elegido por los dioses en juego. Por otro lado, podemos encontrar en el relato bíblico, toda clase de analogías entre el personaje literario de Jesús de Nazaret, con dioses y deidades de diferentes culturas; todos anteriores al cristianismo y muchos de ellos con similitudes asombrosas.

Las semejanzas dogmáticas del cristianismo con religiones que le precedieron, demostraría que éste no es el resultado de una revelación divina, sino el producto de un sincretismo religioso. La mayoría de los estudiosos que sostienen esta teoría, también mantienen una postura escéptica en cuanto a la verificabilidad histórica de Jesús. Es en verdad sumamente extraño, que siendo Jesús supuestamente un fenómeno social en sus días, no existan suficientes evidencias históricas que lo sustenten. Uno de los historiadores de esa época fue el escritor Josefo. Sin embargo, en los escritos de Josefo, se habla en su mayoría de Juan el Bautista, y muy poco sobre Jesús. Algunos estudiosos, sostienen que las dos referencias de Josefo sobre Jesús, fueron añadidas posteriormente por los cristianos.
La historia de Jesús muestra fuertes paralelismos con personajes de religiones de oriente medio, en el papel de una deidad cuyo ciclo fue: vida, muerte y resurrección; simbolizando el renacimiento del individuo como un rito.
 
La pretendida existencia del personaje Jesús, así como la legitimidad del cristianismo, han sido puestas en duda ya desde la antigüedad:
 
El filósofo griego Celso, reflexionaba en plenos inicios del cristianismo, sobre los fundamentos éticos y el funcionamiento de este nuevo culto. Él plasmó en su obra, "El Discurso Verídico", sus impresiones al respecto. Se preguntaba por ejemplo, cómo era posible que los cristianos propusieran la aceptación incuestionable de Jesús como requisito para ser salvados. Él pensaba que toda la creación de Dios, debía, por simple sentido común, estar en igualdad de condiciones, y no ser, la salvación, una recompensa por aceptar a un semidiós.
Celso también cuestionó la idea de un dios que se ocupaba de los mortales de manera exclusiva, algo que, a su criterio, era descabellado y carecía de cualquier sustento, salvo la idea que, de ello, habían fomentado los primeros difusores de esta doctrina.
 
Miguel Servet, teólogo y científico español, encontró la muerte en el año 1553 acusado de herejía. En su obra, “De los Errores Acerca de la Trinidad: Estructura y Contenido”, Servet argumenta que el dogma de la trinidad carece de base bíblica, ya que no se halla en Las Escrituras, sino que es fruto de elucubraciones posteriores. También habría negado la validez del bautismo infantil y la legitimidad histórica de Jesús. Parte de su fama posterior, se debe a su trabajo sobre la circulación pulmonar, cuyo descubrimiento se le atribuye.
 En el año 1616, Giulio Cesare Vanini, filósofo y profesor italiano, publica su obra “De admirandis naturae reginae deaeque mortalium arcanis” (De los Maravillosos Secretos de la Reina y Diosa de los Mortales, la Naturaleza). En ella, planteaba la hipótesis del origen del ser humano a partir de primates, así como su apreciación personal sobre la imposibilidad de la inmortalidad del alma. Vanini rechazaba al cristianismo; sostenía que no era más que una ficción fomentada por los clérigos. Como resultado de sus afirmaciones, debió huir. Años más tarde fue condenado en Toulouse. Su lengua le fue cortada, también fue estrangulado y quemado.
 Finales del siglo XVIII, Francia. Dos intelectuales: Constantin Francois Volney (1757-1820), y Charles François Dupuis (1742-1809), especulan al respecto de la inexistencia del Jesús histórico; así como sobre la similitud del relato bíblico con otras religiones anteriores a la doctrina cristiana. Dan en llamar “El Jesús mítico” a su movimiento, el cual sostiene que Jesús nunca existió, y el origen del mito es obra de mentes desinformadas; o interesadas en obtener un rédito difundiendo dicha historia. El primero de ellos, Constantin Francois Volney, argumenta en su obra “Orígenes de Todos los Cultos”, que el cristianismo no es sino una adaptación del culto a Mitra.
En los años 50, Robert MacNair Price, escritor y teólogo, sostenía que Jesús era un compendio de las culturas griega, egipcia, judía e incaica.

Ya en la actualidad, Dan Barker, un ex pastor evangélico, actualmente ateo; declara que no existe una sola mención histórica de un tal Jesús, de parte de los romanos o los judíos durante el lapso que se supone existió.

Si de similitudes entre Jesús y otras divinidades de la antigüedad se trata, podemos citar a dos dioses en particular, que se cree son el antecedente de éste. En primer lugar, tenemos a Dionisio, es el dios tracio del vino. Es considerado promotor de la civilización, legislador y amante de la paz, así como dios protector de la Agricultura y el Teatro.

Dionisio era también conocido como Baco, nombre con el que fue asimilado en la mitología romana. También fue hijo de una mujer mortal (Sémele), y engendrado por un dios (Zeus). Al igual que Jesús, regresó de entre los muertos y convirtió el agua en vino.
 
Se cree que las nociones cristianas de comer y beber la “carne” y la “sangre”, están fuertemente influenciadas por el culto a Dionisio.

Por otro lado, tenemos a Mitra, deidad principal de la religión mitraísta persa.
Es probable que los introductores del mitraísmo en el Imperio Romano, fueran los legionarios que habían servido en las fronteras orientales del Imperio. Las primeras evidencias del culto a Mitra datan del año 71 o 72 de nuestra era.
 
Plutarco, habla ya de los misterios de Mitra en el año 87 antes de la era común, dado que el mitraísmo, se extendió por todo el Imperio Romano. Este culto, convivió con el cristianismo durante sus primeras etapas hasta la llegada de Constantino, quien se cree intentó fusionar ambas doctrinas.
 
Las similitudes del mitraísmo con el cristianismo son abrumadoras:

 El nacimiento de Mitra se conmemoraba el 25 de diciembre. Sus adeptos santificaban también el domingo, día del Sol. Acostumbraban bautizar con agua, mientras imponían un signo en la frente a quienes ingresasen en el culto; esto con el objetivo de la expiación de los pecados. Hacían lo propio al comenzar algún rito en sus templos o mitreos, en cuyas entradas ubicaban vasijas con agua bendecida por los sacerdotes. También bendecían el pan y el vino, mismos que luego de la ceremonia, eran repartidos entre los participantes para ser consumidos a manera de la carne y la sangre de Mitra. Todas estas ceremonias estaban presididas por padres o sacerdotes, quienes se encontraban por debajo del “padre de los padres”, una especie de sumo pontífice de la época.
 
Es de destacar, que muchas fuentes cristianas han intentado restar mérito a estas similitudes, alegando que el mitraísmo fue posterior al cristianismo. La realidad, es que el culto a mitra surgió en el siglo II en el mediterráneo oriental, desde donde se difundió posteriormente al Imperio Romano.
 
¿Cómo se explican las coincidencias entre cultos?

Todo tiene que ver con cómo se entendían los movimientos solares y su influencia que tenían en los seres humanos de la antigüedad, así como la manera en que éstos plasmaron sus impresiones en las respectivas creencias. No hay nada de místico, divino o sobrenatural; todo es interpretación astrológica. Las deidades de la antigüedad, eran representaciones del “Dios Sol”; una concepción antiquísima del dador de vida, luz y calor. Por este motivo, y siendo que prácticamente todas las creencias compartían una raíz común: los cultos mesopotámicos, egipcios y griegos; la gran mayoría de las deidades de aquel entonces, presentaban características comunes, como fechas de nacimiento, modo en que fueron concebidos y rituales de consagración o veneración. Por otro lado, gran parte de la simbología ritual de la época, fue adaptada por el cristianismo y tomada como propia, con el objetivo de masificar el mensaje, de obtener una estructura común a los ritos existentes, a la vez que una aceptación rápida y escasamente resistida. Entonces; ¿Qué factor transformó al cristianismo en relevante? ¿Y por qué no desapareció al igual que los mitos pre-cristianos que le dieron origen? La respuesta es: por conveniencia política. (3)

Sobre la Legitimación del Cristianismo:
 
El sistema político romano, entendió perfectamente que no tenía sentido oponerse a lo que era políticamente conveniente y agradaba a las masas.
 
La religión, es el primer frente de manipulación intelectual de las cúpulas de poder. Existen muchas maneras en que una persona puede ser manipulada; la religión, resulta una de las más efectivas, ya que no se cuestionan sus dogmas, y eso la transforma en el medio menos resistido por las sociedades. Además, es el sistema de pensamiento más rápidamente asimilado por las masas populares sin acceso a la instrucción, dado su escaso poder de análisis.
 
Es probable que los romanos no tuvieran idea de las consecuencias de lo que promovían, pero el hecho es que todo fue planificado con el único objetivo de canalizar y centralizar el poder político.
 
Siglo tercero de nuestra era, los conflictos internos, así como las invasiones ponían en jaque la estabilidad del Imperio Romano. En el año 295, aparece en escena Dioclesiano, quien crea un ejército imperial con el objetivo de entrar en acción ante cualquier invasión externa; aunque en su mayoría se ocupaba de peleas intestinas. Uno de sus mejores soldados se llamaba Constantino, quien a los 17 años ingresó para prestar servicio en el ejército imperial.
Diocleciano, creía que debía la unidad del imperio a los dioses de Roma, y obligaba a sus soldados, incluido Constantino, a rendir sacrificios a éstos. Incluso se ha dicho que muchos de los soldados romanos eran ejecutados por rendir culto al Dios cristiano, en lugar de los dioses romanos.
 
Paralelamente, surgía en Roma una nueva creencia, el cristianismo. Una religión que, a diferencia del culto romano, era monoteísta, y, en su gran mayoría, estaba constituida por las clases sociales más humildes.
 
Posteriormente, Dioclesiano comienza una persecución de cristianos, ya que el nuevo culto propiciaba el desorden social, dada su alta conflictividad, y su firme oposición a la convivencia con cultos paganos. Pero los disturbios, lejos de cesar, aumentaron. Luego, al morir Dioclesiano, Constantino fue nombrado emperador.
 
Lo que sucedió a continuación, fue que Constantino, sabiendo que no podía gobernar un imperio dividido, proclamó la oficialización del cristianismo en el Concilio de Nicea en el año 325. Tenemos entonces una intención de control político, de unificación y no de aceptación o reconocimiento. La manipulación otorga poder y elimina a los enemigos sin malgastar recursos.
 
Pero, ¿por qué legitimar el cristianismo existiendo tantos cultos en el Imperio Romano?
Se puede entender que la sublevación y el desorden social forzaron a Constantino y definieron la legitimación del culto, pero también podemos ir más allá y analizar otra perspectiva que repercute aún en nuestros días:
 En aquella época, casi todos los cultos eran politeístas, o, en su defecto, veneraban deidades, dioses y semidioses en un mismo credo. El cristianismo, a pesar de ser un culto nuevo, ofrecía características que podemos entender como más convenientes desde el punto de vista político; ¿Por qué? En primer lugar, un culto monoteísta hace referencia a un poder unipersonal, soberano e incuestionable. Por tanto es, en cierto sentido, una alegoría del poder imperial, y, si se quiere, una metáfora del gobernador supremo. En segundo término, tenemos que el sistema social, como se lo concibe desde el Imperio Romano hasta el día de hoy; está organizado de la siguiente manera:
 Una cabeza fuerte como gobernante, asesorado por unos pocos, y una inmensa mayoría que no hace más que alimentar a dicha cúpula y jamás tendrá acceso al poder. El mito, como toda creencia arraigada social, cultural e históricamente, será una fuerza que destruirá o combatirá ideas y formas sociales. Entonces, legitimará también sistemas de liderazgo. Veámoslo de la siguiente manera:
 
Pensemos en una pirámide, donde la cima es la cúpula de poder, y la base es la masa social que alimenta su cima, he aquí el esquema del poder tal como el monoteísmo lo legitima.
 Luego imaginemos una pirámide invertida, donde la cima, en este caso la base, sería el acceso a la información; y la sección más pequeña de la pirámide, la sociedad toda, ya con un escaso margen de acceso a dicha información.

El descubrimiento de la capacidad colectiva de transformación, liberó de la creencia que todo estaba controlado y predeterminado por la voluntad de un ser superior omnipotente, sapiente y presente. Desde ese momento, se asumió que eran los individuos quienes tenían la capacidad para auto conservarse y definirse a sí mismos. El único problema que escapa aún a nuestro control, es el espíritu del ser humano y su permeabilidad a la manipulación.
 
Por otro lado, las persecuciones de las cuales los primeros cristianos afirman haber sido víctima, son al menos dudosas, ya que las evidencias sugieren que muchos de los hechos fueron exagerados o más bien inventados con el objetivo de convertir en mártires a determinados personajes. En el año 1763 Voltaire publica el “Tratado Sobre la Tolerancia” (4), en él, especula sobre la persecución a los primeros cristianos. Voltaire se preguntaba: ¿cómo es posible que los romanos que no perseguían a nadie por motivos religiosos, hayan sido cruentos perseguidores de los primeros cristianos? Y concluye que eso es totalmente falso, él argumenta:
“Los romanos no imponían su religión; todas eran toleradas.”
 Voltaire también se preguntaba, si no sería el cristianismo una religión intolerante por naturaleza, dado que los cristianos no tenían asunto alguno que dirimir con los romanos. En realidad, no existía para ellos más enemigo que los judíos de la época, y es posible que ellos mismos hubieran provocado el disgusto de las autoridades romanas.

En lo personal, creo que las evidencias del comportamiento cristiano parecen demostrar que así fue. Analicemos los registros de los principios del cristianismo: (5)
 
En la ciudad egipcia de Alejandría, el cristianismo protagonizó innumerables hechos de violencia y desmedida intolerancia hacia otros cultos: linchamientos públicos de ciudadanos judíos, saqueos y agresiones a no creyentes o politeístas; así como toda clase de altercados por motivos religiosos. El hecho más significativo al respecto, fue sin dudas la ejecución de la filósofa neoplatónica Hypatia.
 
La Biblioteca de Alejandría, fue creada por la dinastía ptolemaica, y llegó a convertirse en el archivo más grande de su época. Se cree que su fundación se realizó alrededor de los primeros años del siglo III, y albergó más de 700.000 volúmenes.

 En el año 390, la biblioteca dejó de existir en manos de los primeros cristianos, quienes dieron rienda suelta a su ira, quemando y destruyendo por completo el edificio con sus obras. Como si esto fuera poco, un año después, los templos no cristianos de la época fueron saqueados en toda Alejandría. También la filósofa y maestra neoplatónica Hypatia (370 – 415 EC), fue asesinada por negarse a traicionar sus ideas y convertirse al cristianismo. El arzobispo de Alejandría, San Cirilo, la despreciaba por ser un símbolo de la Cultura y la Ciencia de aquel entonces. Su asesinato se llevó a cabo en el año 415, en manos de un grupo de feligreses de Cirilo.
 
Debemos considerar que la mayor evidencia de la intolerancia del cristianismo, se da en su naturaleza destructiva, en su evidente carencia de razón, y la absoluta ausencia de análisis constructivo que los caracteriza como fieles (a más fe, menos uso de razón)
 
Todos los testimonios que poseemos de la persecución que los cristianos alegan haber sufrido, nos llega de manos de ellos mismos, y no de fuentes históricas externas. Entonces, y teniendo en cuenta que el cristianismo ha utilizado históricamente estos argumentos como herramienta para justificar sus propias persecuciones, especialmente durante la Inquisición Europea, la veracidad de tales argumentos es dudosa. La conclusión más lógica, es que los mismos cristianos provocaron la persecución de que dicen haber sido víctimas, dada su alta conflictividad y agresividad hacia las ideologías contrarias a su creencia, esto desde luego; si es que dicha persecución realmente existió.
 
El relato bíblico, no es más que un registro de experiencias descritas según el criterio de la época. En rigor, no es más verídico que cualquier otro texto religioso. Es la obra de hombres que pretendieron iluminar a la humanidad con la palabra de un ser inventado por ellos mismos; la farsa más grande jamás escrita.

1. El sentido múltiple u oculto de la argumentación, ha sido tema de estudio de numerosos teóricos de la dialéctica. Aristóteles, Platón, Sócrates y otros, han definido las manifestaciones argumentativas orales y escritas. El tema de las subjetividades o discursos aparentes y explícitos, es, de hecho, un método de muy antigua data.
 
2. Resumido del texto correspondiente a Juan 3:16.
 
3. El término “pagano”, mismo que significara “Hombre de campo” antes del cristianismo, pasó a ser el modo en que los primeros cristianos llamaban a todo Dios que no fuese Jehová, es decir, el que ellos sostenían como el Dios verdadero y único.

4. En su obra, “Tratado Sobre la Tolerancia”, Voltaire también sostiene que los romanos no tenía otra preocupación más que gobernar y civilizar el mundo; cita textual:

“El gran principio del senado y del pueblo romano era: (Deorum offensae düs curae; sólo a los dioses corresponde ocuparse de las ofensas hechas a los dioses.) Aquel pueblo rey sólo pensaba en conquistar, en gobernar y civilizar al Universo.”

5. Nicolás Maquiavelo argumentó también a este respecto, alegando que, a su parecer, el cristianismo utilizaba métodos cuestionables para imponerse entre las masas; cita textual:

“Cuando surge una nueva creencia, su primera preocupación es extinguir a la anterior, esto se observa en el comportamiento de la religión cristiana, que anuló todo recuerdo de la antigua teología. Persiguió todos los recuerdos antiguos, quemando obras de poetas e historiadores, estropeando imágenes y cualquier otra cosa que conservase recuerdos de antigüedad”

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