Historia de la geología del diluvio (II): siglo XVIII-actualidad
El nacimiento de la geología moderna:
James Hutton (1726-1797) y Sir Charles Lyell (1797-1875), establecieron las bases de la Geología moderna, mediante el actualismo, el uniformismo y el gradualismo geológico, demostrando por lo que se veía en las rocas, que los procesos eran muy largos, y que todavía siguen actuando.
Los informes de Hutton aparecieron en 1788 en el volumen 1 de
“Transactions of the Royal Society of Edinburgh”, publicándose en 1795
una versión en 2 volúmenes, con el título de “The Theory of the Earth:
or an Investigation of the Laws observable in the Composition,
Dissolution, and Restoration of Land upon the Globe”. Suponía que las
rocas cristalinas, como el granito y el basalto, se originaban en el
incandescente Núcleo Terrestre. Demostró, en el campo, que estas rocas
formaban filones y diques que se habían introducido en las rocas que las
rodeaban, las que, solamente podrían haberse formado por la
consolidación de las rocas fundidas; éstas eran las rocas ígneas. Esta
es la teoría “Plutónica” sobre el origen de la Tierra, en la que el
calor es el principal agente de la elevación de las masas terrestres, y
en la que, los procesos de denudación y deposición, operando durante
millones de años configuraron la superficie terrestre. Fue acusado de
ateísmo por su concepto eterno de cambio natural: “is that we find no
vestige of a beginning, no prospect of an end”.
Lyell, opinaba en su “Principles of Geology” (1880-1833) que las
transformaciones que se realizaban en las rocas metamórficas están en
íntima relación con la actividad ígnea. Sugirió los términos Eoceno,
Mioceno, Plioceno y Pleistoceno para la división del Terciario e intentó
definir los límites del Cámbrico y Silúrico. Además, sugirió la
“doctrina fluvialista” de erosión fluvial de los valles, ya que, la
mayoría de los geólogos británicos eran diluvialistas, y creían que los
ríos seguían teniendo la misma forma desde el Diluvio Universal.
En 1823 el reverendo William Buckland (1784-1856), el primer profesor de geología en la Universidad de Oxford, interpreta los fenómenos geológicos como Reliquiae Diluvianae, las reliquias de la inundación que acreditan la acción de un Diluvio Universal. Sus opiniones fueron apoyadas por otros naturalistas clérigos Ingleses en el momento, incluyendo la influencia de Adam Sedgwick (1785-1873), pero estas ideas no fueron compartidas por los geólogos.
En 1830 Sedgwick fue convencido por sus propios hallazgos que las únicas pruebas mostraban inundaciones locales, y finalmente, la idea de que todos los estratos geológicos fueron producidos por una sola inundación fue rechazada en 1837 por William Buckland, que fue, el último defensor serio del Diluvio Universal. Durante un tiempo, Buckland siguió insistiendo en que algunas capas geológicas se relacionan con la gran inundación, pero llegó a aceptar la idea de que representaban múltiples inundaciones que se produjeron mucho antes de que los seres humanos existieran. El geólogo suizo Jean-Louis-Rodolphe Agassiz (1807-1873) estaba convencido de que gran parte de las pruebas en que se basaron fueron, en realidad el producto de antiguas edades de hielo. En un congreso de naturalistas, en Glasgow, Agassiz opuso a las palabras de la Biblia, la descripción de las morrenas de fondo y terminales, de la acción raspadora de los glaciares, de los bloques erráticos, como las terrazas glaciares de Glen Roy en Inglaterra, etc…De este modo, Buckland, se convirtió en uno de los primeros campeones de la “teoría de de las glaciaciones” de Agassiz, la que proponía que vastas áreas de la Tierra estuvieron cubiertas por el hielo. La ciencia de la geología abandonó las ideas de las inundaciones catastróficas globales, las que, que requieren de desviaciones importantes de los actuales procesos físicos.
Antonio Snider-Pellegrini (1802–1885), en su libro “La Création et ses mystères dévoilés” (1858), confeccionó un mapa en el que representó los continentes norteamericano y europeo únicos, sugiriendo que el único continente reconstruido representaba una gran similitud entre las plantas fósiles en yacimientos de carbono tanto de Europa como Norteamerica. Propuso que todos los continentes estuvieron conectados juntos una vez durante el Período “Pensilvaniense” (Carbonífero Superior) y atribuyó la causa de la fragmentación del supercontinente a la Gran Inundación de la Biblia.
El paleontólogo argentino Florentino Ameghino (1854-1911) en su ensayo sobre los «terrenos de transporte» de la provincia de Buenos Aires (1876; 1914), discute el Diluvio universal. En la introducción, descarta su existencia y pasa a dar cuenta de los datos empíricos que soportan sus ideas, señalando que el agua existente en los océanos no lograría cubrir toda la tierra, -observación que ya había sido formulada por el reverendo Burnet en el siglo XVII-. Enumera los argumentos por los que considera que el Diluvio no pudo ser el agente involucrado en la muerte y sepultamiento de los fósiles de la «formación pampeana». Entre estos argumentos, aquéllos que incluyen observaciones tafonómicas son: 1. Ausencia de vertebrados y moluscos marinos en los depósitos pampeanos: descartando la presencia de elementos alóctonos en la «formación pampeana», considerándola de origen exclusivamente continental -probablemente esta observación esté relacionada con la que realizó Charles Darwin en su descripción de la localidad de Punta Alta (1832)-; 2. Los huesos fósiles pampeanos se encuentran en todos los niveles de la formación: considerando que el modo de muerte catastrófico del diluvio no se corresponde con la distribución espacial de las asociaciones fosilíferas: en lugar de disponerse en una capa, los especimenes se distribuyen verticalmente en todos los niveles; 3. Todos los huesos fósiles no se hallan en las mismas condiciones: compara, apoyado en sus observaciones actualistas, la disposición de las carcasas producto de entrampamientos en ambientes pantanosos, con las que fueron sepultadas por las inundaciones.
El meteorólogo y geofísico alemán, Alfred Lothar Wegener (1880-1930), construye una teoría estructurada y argumentada sobre la deriva continental (Die Entstehung der Kontinente und Ozeane, 1915). Basándose en consideraciones sobre geofísica y paleontología. Hasta este momento la explicación de montañas y mares se basa en la contracción diferencial por enfriamiento de la Tierra, con puentes intercontinentales que luego se desploman para explicar la misma paleofauna del Gondwana en continentes separados por extensos océanos.
Los inicios de la Geocronología:
En forma independiente y casi simultánea, A.G. Werner (1750-1817),
Ernst Friedrich von Schlotheim (1764-1832) y William “Strata” Smith
(1769-1839), descubrieron que los estratos de rocas pueden identificarse
porque en ellos se encuentran ciertos fósiles que no existen en capas
superiores o inferiores.
Werner, desarrolló su propia columna geológica, sistema de
estratificación, y creía que los volcanes tenían su origen en la
combustión de las capas de carbón; von Schlotheim, aplicó del principio
actualista en las geociencias, y comparó los fósiles de organismos
modernos asimilando el sistema binario de Carl von Linné (1707-1778),
además, comparó las plantas fósiles del carbón de Turingia, con los
géneros actuales y llegó a la conclusión de que una vez prevaleció el
clima tropical en Turingia, y también reconoció que el «cono de la
montaña y el valle de Bad Liebenstein» eran «los arrecifes de coral del
mundo antiguo»; Smith, agrimensor autodidacta y Padre de la Geología
Inglesa, reunió observaciones muy detalladas que le permitieron
establecer los principios fundamentales de la estratigrafía,
estableciendo las leyes de “superposición”, de la “identificación de
estratos por sus fósiles”, y además, de hacer el primer mapa geológico
de Inglaterra.
El físico francés, Antoine Henri Becquerel (1852-1908), en 1896
descubrió accidentalmente una nueva propiedad de la materia que luego se
denominó radiactividad. Posteriormente el físico francés, Pierre Curie
(1859-1906) y su esposa, la química y física polaca, Marie Salomea
Skłodowska Curie (1867-1934), aislaron el Torio, el Polonio y el Radio.
En el Siglo XIX comenzaron las primeras estimaciones de la Edad de la
Tierra con técnicas científicas, es decir, independientes de los textos
bíblicos.
En 1856 el físico alemán Hermann Ludwig Ferdinand von Helmholtz
(1821-1894), presento sus cálculos del tiempo que le habría llevado al
Sol evolucionar hasta su diámetro e intensidad actual a partir de la
nebulosa de gas y polvo de la cual se formó, dándole una edad de
22.000.000 de años.
William Thomson, primer barón Kelvin (1824-1907), entre 1862-1883,
basándose en: 1). El ritmo de disminución de la velocidad de rotación de
la Tierra; 2). El tiempo durante el cual la producción de energía solar
ha podido mantenerse; 3). Supuso que la Tierra se habría formado como
una bola de roca fundida, y calculó el tiempo que demoró el proceso de
enfriamiento hasta las temperaturas actuales, estimando la edad de la
Tierra entre 24.000.000-400.000.000 de años. Posteriormente, en 1892,
Lord Kelvin calculó la edad de la Tierra utilizando un método basado en
los gradientes térmicos, obteniendo la edad de 100.000.000 de años,
pero, al no tener en cuenta que el manto terrestre es un fluido viscoso
le hizo errar los cálculos.
El astrónomo canadiense-estadounidense, Simon Newcomb (1835-1909), en 1892 hizo de forma independiente los mismos cálculos que Hermann von Helmholtz, obteniendo una edad de 18.000.000 de años. Ambos, supusieron que el Sol brillaba como consecuencia del calor generado por su contracción gravitacional.
El astrónomo George Howard Darwin (1845-1912), propuso que la Tierra y la Luna se habían separado al comienzo de su existencia cuando, aún eran masas líquidas, basándose en cálculos usando modelos de fricción mareomotriz, y, calculó cuánto tiempo le tomó a la Tierra desarrollar el día de 24 horas de duración, obteniendo 56.000.000 de años de edad.
El profesor de ingeniería John Perry (1850–1920), en 1895, utilizando
un modelo de un manto convectivo y una corteza delgada, estimó que la
edad de la Tierra estaba entre 2.000.000.000-3.000.000.000 de años.
El físico irlandés, John Joly (1857-1933), en 1899 calculó el ritmo al
cual los océanos habrían acumulado sal mediante procesos de erosión, al
considerar la proporción en que los ríos transportaban sales al mar y el
tiempo necesario para que un océano inicial de “agua dulce” adquiriera
su actual salinidad, y determinó que los océanos tendrían una edad de
unos 80.000.000-100.000.000 de años de antigüedad. Sin embargo, Joly, en
su libro “Radiactivity in Geology” (1909), abrió el camino hacia una
nueva forma de ver el calor terrestre y los efectos de la radiactividad
sobre el tiempo necesario para que la Tierra se enfriara desde su
temperatura de formación hasta la actual. Lord Kelvin de la Universidad
de Glasgow, estudió el problema del enfriamiento, y llegó a la
conclusión de que la Tierra sólo tenía 24 a 400 millones de años, pero,
Joly demostró que la radiactividad de las rocas cambiaba totalmente los
resultados, y que, el calor radiogénico provee la energía para los
grandes procesos de la formación de las montañas.
Lord Ernest Rutherford (1871-1937), en 1904 propuso que podía
determinar la edad de una roca midiendo la concentración de Helio en su
interior, calculó que una muestra de roca que tenía en su laboratorio
tenía una edad de unos 40.000.000 de años. Rutherford supuso que la
velocidad de decaimiento del radio que fue determinada por Ramsay y
Soddy (1903) era correcta, y que el Helio quedaba atrapado en la muestra
sin poder escaparse, pero la pérdida de Helio en los minerales
altamente radiactivos que midió era tan grande que sus resultados
indicaron edades muy pequeñas.
El período de estudios intensivos de las relaciones Plomo-Uranio y
Plomo-Torio en minerales radiactivos alcanzó su apogeo con el libro “The
Age of the Earth” (1931), de Knopf, Schuchert, Kovarik, Holmes &
Brown.
Desde 1935 a 1940 se hallaron métodos nuevos y exactos, como el
estudio de los isótopos y la espectrometría de masas. El físico
norteamericano, Alfred Carl Otto Nier (1911-1994), en sus artículos de
1938-1941, abrió la posibilidad de realizar determinaciones exactas de
edades gracias a la medición separadas de isótopos, y a la introducción
de correcciones para la presencia de elementos secundarios en la época
de cristalización del mineral. Los incrementos o pérdidas de elementos
de interés podían ser detectados mediante la “concordancia” de las
diferentes relaciones isotópicas en la misma muestra.
En 1935, Nier demostró la existencia del isótopo radiactivo 40K
, casi en la misma época que Lise Meitner, Otto Hahn, Fritz Strassman y
Otto Frisch, en Berlín, realizaban los experimentos que condujeron al
descubrimiento de la fisión nuclear.
Charles S. Piggot y William D. Urry estudiaban el depósito de ionio (isótopo 230Th), producto secundario de la desintegración del 238U, en los sedimentos del fondo oceánico, hallando que el agua de mar depositaba más ionio del que correspondía a su cantidad de equilibrio con el elemento primario Uranio; a medida que el sucesivo depósito de sedimentos sepultaba el ionio, éste se desintegraba con el semiperíodo de 75.380 años. Las medidas tomadas en la capa superficial de los sedimentos del fondo oceánicos que la radiactividad disminuye gradualmente con la profundidad, que podría interpretarse, como un índice de velocidad de depósito de los sedimentos.
L. T. Aldrich y George W. Wetherill, dirigieron importantes investigaciones sobre las relaciones del 40Ar / 40K y el 87Sr / 87Rb en los minerales, en el departamento de Magnetismo Terrestre en el Carnegie Institution.
El desarrollo del método de análisis del 14C, hecho por Willard Frank Libby (1908-1980) y sus colaboradores en la Universidad de Chicago en 1949, basado en el período de 5730 años, fue de primordial importancia para la Arqueología y para la geología de acontecimientos “recientes” entre los 500 y los 30.000 años pasados.
Los geocronólogos modernos consideran que la Edad de la Tierra es de unos 4.470.000.000 de años ± 1%, basada en el decaimiento del Hafnio-182 (182Hf) en Tungsteno-182 (182W), determinada por el Dr. John Rudge del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge en Nature Geosciences (2010).
La geología de inundación resucita:
El pastor congregacionista estadounidense, Henry Ward Beecher (1813-1887), se opuso a la esclavitud y apoyó el sufragio femenino, la teoría de la evolución de Charles Darwin -en su libro “Evolution and religión”, 1885- y la crítica científica de la Biblia.
Durante los dos primeros tercios del siglo XX, los fundamentalistas cristianos aceptaban la existencia de largas edades geológicas, sin embargo, surgió un líder que argumentaba a favor de la reciente creación de la vida en la tierra en 6 días literales, este era George McCready Price (1870-1963), creacionista canadiense y geólogo aficionado, que escribió un tratado “The New Geology” en 1923 para proporcionar una perspectiva geológica de los Adventistas del Séptimo Día. Los cuales estaban dirigidos por Ellen Gould Harmon de White (1827-1915), quien, después de uno de sus trances, tuvo visiones en las que afirmaba haber sido testigo de la creación, que se produjo en una semana literal como dice la Biblia. Ella también enseñaba que el diluvio de Noé había esculpido la superficie de la tierra, enterrando a las plantas y a los animales encontrados en el registro fósil. El hecho, que las visiones de la Sra. Ellen G. de White, se debían a una epilepsia del lóbulo temporal resultado de un accidente que sufrió a los 9 años, evidentemente, no tiene ninguna importancia para los fieles.
En el año 1937, Price, Harold W. Clarke y un grupo de los Adventistas
del Séptimo Día fundaron la “Deluge Geological Society” (DGS), mientras
que en 1941 un grupo relacionado con los bautistas del Wheaton College,
fundaron la American “Scientific Affiliation” (ASA). El ASA se centró en
la interacción del cristianismo y la ciencia, mientras que la DGS
tratado de llevar la interpretación de los registros geológicos en el
acuerdo con una muy estricta interpretación de la Biblia.
En 1953, el profesor hidrólogo y fundamentalista cristiano, Henry Madison Morris (1918-2006) y John Clement Whitcomb, Jr. (n. 1924), unieron sus fuerzas, y actualizaron muchas de las ideas de George McCready Price de “The New Geology” (1923), para producir “The Genesis Flood: The Biblical Record and its Scientific Implications” (Whitcomb y Morris, 1961).
En 1958, fue fundado el “Geoscience Research Institute” (GRI), para tratar la cuestión de la evidencia científica de los orígenes, desde el punto de vista de la ciencia y la revelación, y en la actualidad tiene su base en la Loma Linda University.
El teólogo, Whitcomb quedó motivado después de leer “The Christian View of Science and Scripture“ (1954), por el teólogo y apologista bautista Bernard L. Ramm (1916-1992), que tenía la opinión de que los científicos cristianos podrían llegar a interpretaciones alternativas a la creación de seis días estrictos, promovidos por Price, en concordancia con la evidencia científica actual. Por lo tanto, Morris y Whitcomb argumentaron que la Tierra era geológicamente reciente, que la caída del hombre había provocado la segunda ley de la termodinámica, y que la gran inundación había establecido la mayoría de los estratos geológicos en el espacio de solo 1 año. Posteriormente, el libro de Ramm fue de apoyo de la disidencia religiosa y científica contra la geología de inundación.
El ASA y DGS se fusionaron brevemente en la década de 1940, pero fue dividida en gran medida después de una charla dada por un miembro de la ASA, John Lawrence Kulp (1921–2006), quien, estudió los métodos de datación 14C, con Harold Clayton Urey (1893-1981), en Chicago, luego de crear el segundo laboratorio de 14C, de los EE.UU. en la Universidad de Columbia. Sobre la base de los nuevos resultados 14C,, Kulp, dijo en 1949 que no hubo error de interpretación de gran antigüedad de la raza humana. Luego, J. Laurence Kulp, en comunión con los Hermanos de Plymouth, se unió con otros geólogos, arqueólogos, antropólogos y biólogos cristianos que trabajan en relación con la datación por radiocarbono, para persuadir a la organización cristiana, “American Scientific Affiliation “(ASA), a no apoyar oficialmente ni aprobar la geología de inundación, sino para que los miembros sigan más a la evidencia científica que una interpretación literal de la Biblia. Kulp también escribió una crítica detallada de la geología de Inundación, titulada Deluge Geology, que se publicó en el Diario del ASA en 1950.
El apologista cristiano, Morris, creía que la ASA estaba demasiado impregnada de la teoría de la evolución para ser recuperada, y cuando el ASA se negó a alinearse con la geología de inundación, él, Walter E. Lammerts (1904-1996), y ocho personas de ideas afines, incluyendo al doctorado bioquímico Duane Tolbert Gish (n. 1921), se reunieron en 1961 con el propósito de fundar len 1963 el “Creation Research Committee” (CRC), que luego se transformaría en la “Creation Research Society2 (CRS).
En 1970, Morris y el predicador Tim LaHaye (de la “Moral Majority Inc”), fundaron el “Christian Heritage College”; Kelly y Nell Seagraves con Henry Morris crearon el “Creation Science Research” Center (CSRC), que duró de 1962 a 1987; y, Henry Morrys, fundó en 1970 “The Institute for Creation Research” (ICR) en Dallas-Texas. Según el ICR, han observado y analizado las formaciones geológicas, en un marco de geología de inundación, incluyendo el Rancho de La Brea (que durante 40.000 años ha emitido asfalto), la Formación Táurica en la península de Crimea y la Stone Mountain, en Georgia (EE.UU.) de origen metasomático. En cada caso, los creacionistas afirman que la interpretación de la geología de la inundación tuvo mayor poder explicativo que la explicación uniformista.
Donald F. Eckelmann, un ex alumno de Wheaton y cristiano evolucionista, se convirtió, en última instancia, en presidente del departamento de geología de la Universidad de Brown. Davis A. Young, hijo de un eminente estudioso del Antiguo Testamento, estudió geología en Princeton y se trasladó a M.S. en Penn State, siendo un creyente en la versión de Morris del diluvio del Génesis. Durante su doctorado trabajó con Eckelmann y Brown, Young se convirtieron cada vez en más desencantados con las ideas creacionistas, y posteriormente escribieron un libro, «Bad Geological Science.» (1977). La misma situación se produjo por Nicolás Rupke, un estudiante holandés de PH Kunen, quien presentó un manuscrito sobre el cataclismo en la sedimentación para su publicación por el CRS, el cual, instó a Rupke ir a Princeton en 1968 a completar su doctorado en 1972 bajo F. B. Van Houten y A. G. Fisher. Él terminó por aceptar la evolución orgánica y abandonó la fe de su familia, para ir a Oxford y seguir una carrera en la historia de la ciencia. Harold James, Jr., y Edward Lugenbeal asistieron al Seminario Teológico de los Adventistas del Séptimo Día, antes de ser reclutados para hacer trabajos de postgrado en las principales instituciones del Instituto de Investigación Geológica, en detrimento de la Iglesia Adventista. James, y Lugenbeal después de obtener sus doctorados renunciaron al GRI. En cambio, Young, debido a su postura intransigente en contra de una Tierra 6.000 años de edad, y en contra de la geología de inundación, sus libros se convirtieron en polémicos en algunos círculos cristianos.
Muy pocos jóvenes evangélicos bautistas lograron sobrevivir a la educación de postgrado en geología con su fe de fundamentalistas bíblicos intacta. Pero…siempre hay excepciones.
Steven A. Austin ganó un B.S. en geología de la Universidad de Washington y una maestría de San José State con una tesis fundamentalmente crítica del uniformismo. Morris y el CRS el pagaron la matrícula de Austin y los gastos de subsistencia, mientras obtuvo un doctorado en geología del carbón de Penn State en 1979. Durante su tiempo en la Penn State escribió artículos creacionistas bajo el seudónimo de Stuart Nevins. Actualmente es presidente del Departamento de Geología de la ICR y un importante contribuyente a las publicaciones de la organización y en artículos sobre geología. Es autor de tres libros, tres vídeos, un paquete de software, y más de treinta trabajos de geología técnicos. Su libro “Grand Canyon: Monument to Catastrophe” y su DVD “Grand Canyon: Monument to the Flood”, resumen sus interpretaciones.
John David Morris, hijo de Henry el “Padre del Creacionismo Científico”, obtuvo un doctorado en ingeniería geológica de la Universidad de Oklahoma en 1980 y enseñó allí durante varios años, ocupando el cargo de Profesor de Geología, antes de ser nombrado presidente en 1996. En 1984 se mudó a la ICR, donde tras la muerte de su padre se convirtió en el presidente del ICR. Morris tiene un B.S. en Ingeniería Civil de Virginia Tech (1969), una maestría de la Universidad de Oklahoma (1977), y un doctorado de la Universidad de Oklahoma (1980) en Ingeniería Geológica. Ha dirigido varias expediciones en busca del Arca de Noé y ha trabajado en la supuesta convivencia de humanos y de las pistas de dinosaurios en el lecho del Río Paluxy de Texas. John Morris ha realizado 13 visitas al monte. Ararat en busca del Arca de Noé. Se fue en su primera expedición en 1972 junto con John Bultema, Losier Roger, John Seiter, y Bill Ellison. Cuando fue invitado a unirse a Eryl Cummings en 1982, Morris formó un grupo aparte de la expedición patrocinada por el ICR, que trabajan en conjunto con la Cummings y James Irwin. Después de dejar el grupo Cummings para explorar la montaña, los funcionarios turcos se mostraron reacios a dejar que otro grupo, y por lo tanto, la expedición ICR se retrasó y no pudo unirse al grupo Cummings-Irwin.
Kurt Patrick Wise, fue criado en una familia bautista fundamentalista en la zona rural de Illinois y ha sido adoctrinado en la geología de inundación de adolescente mientras asistía a una conferencia para la juventud cristiana a cargo de la Universidad Bob Jones. Se graduó de la Universidad de Chicago con honores en ciencias geofísicas antes de ir a Harvard y su Doctorado con el famoso paleontólogo Stephen Jay Gould (1941-2002). A partir de otoño de 2009 ha sido el director de Truett-McConnell College del recién creado “Creation Research Center” (CRC) en Cleveland, Georgia. Entre agosto de 2006 y mayo de 2009 fue profesor en la “Southern Baptist Theological Seminary” como director del Centro de la escuela de Teología y Ciencias, un trabajo en el que fue precedido por el defensor del diseño inteligente William Dembski. Él había enseñado previamente a Bryan College en Dayton, Tennessee, donde se desempeñó como director del Centro de Investigación Orígenes y como Profesor Asociado de Ciencias durante diecisiete años. Se desempeñó como consultor de “Answers in Genesis Creation Museum”, que abrió sus puertas en 2007. En la actualidad cumple, desde el otoño de 2009, como profesor de Ciencias Naturales y el director del Centro de Investigación de la Creación en Truett-McConnell College. Kurt es quizás más conocido por el avance de la Baraminología, que consiste en la identificación y estudio de la baramin o los “tipos creados” del Génesis.
El Progreso de las Ciencias:
Todas las teorías de las ciencias (inductivismo, refutacionismo, consensualismo, etc…) afirman que las ciencias progresan, constituyendo, tal carácter progresivo una nota fundamental de las ciencias, por lo que, sería inadmisible la idea de una ciencia que no progresara. A su vez, cada concepción de progreso es coherente con la teoría de la ciencia a la cual pertenecen.
En la postura de Thomas Samuel Kuhn (1922-1996), historiador y filósofo de la ciencia estadounidense, en su “The Structure of Scientific Revolutions” (1962), el progreso de la ciencia se puede esquematizar de la siguiente manera: Preciencia -> Ciencia Normal -> Crisis -> Revolución -> Nueva Ciencia.
En la Preciencia se comienza a estructurar lo que va a ser un Paradigma (posteriormente, “matriz disciplinaria” y “ejemplar”; Kuhn, 1970-1972), el cual, está constituido por un conjunto de supuestos, adoptados por los miembros de una comunidad científica, que rigen la actividad de las ciencias en un período de ciencia normal, la que, incluye componentes tales como teorías, leyes, técnicas, concepciones generales acerca del mundo, actitudes, valoraciones y criterios metodológicos. Al aplicarse el paradigma en la práctica científica se constituye la Ciencia Normal (actividad que desarrollan los científicos desde un paradigma determinado y el producto de esa actividad), la que, va desarrollándose guiada por ese paradigma, sin poder evitar las anormalidades o anomalías (problema que no logra solucionarse desde un paradigma), y dificultades, que provocan la Crisis, la cual, se resuelve al imponer un nuevo paradigma (Revolución Científica). La aparición de un nuevo paradigma, confirma a, la Nueva Ciencia.
En relación al tema que nos toca, la Creación Especial y la Geología Diluvial, podemos ver que son la antítesis de las ciencias, ya que, no reconocerían el progreso de las mismas. Al negar el Uniformismo Geológico, la Teoría de la Evolución y los datos de la Geocronología, y al, recurrir a la Biblia, para concluir que la Tierra tiene una edad de 6.000-10.000 años, y que los fósiles fueron sepultados todos en el Diluvio Universal. Además, al aceptar también, teorías científicas obsoletas, como el catastrófico, están pretendiendo devolver el conocimiento científico actual a un estado Precientífico o Protocientífico.
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