Los 10 apocalipsis que obviamente nunca pasaron
Muchas personas tenían el 2012 marcado en el calendario como el año del fin del mundo. Eso estaba apoyado por diferentes profecías. Sin embargo un repaso a la historia nos muestra como la humanidad ha generado diversas profecías apocalípticas con diferentes motivaciones: poder, control, negocio, fe, afán de protagonismo… En este artículo revisamos 10 de esas profecías que obviamente sabemos que nunca ocurrieron.
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1. Los primeros avisos desde Asiria
Una tablilla asiria de arcilla que data de alrededor de 2800 a. C. lleva la siguiente inscripción: «Nuestra Tierra está degenerando en estos últimos tiempos, hay claras señales de que el mundo se está acercando rápidamente a su final; el soborno y la corrupción son comunes, los niños ya no obedecen a sus padres, cada hombre quiere escribir un libro. El fin del mundo se acerca» El mundo no terminó (basta con tan sólo mirar alrededor), y a pesar de la plaga de la corrupción y de adolescentes petulantes, cuatro siglos más tarde los asirios establecieron un imperio que terminó por abarcar la mayor parte de Oriente Medio. El imperio asirio terminó repentinamente en el año 612 a.C., cuando su capital fue atacada por el ejército babilónico. Sin embargo, por las normas de los antiguos imperios, 18 siglos no es un mal periplo.
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2. Las preocupaciones de los Cruzados
El Papa Inocencio III se basó en la teología apocalíptica en sus esfuerzos por reunir a Europa para lanzar la quinta cruzada, que tenía como objetivo la captura de Jerusalén y la recuperación del resto de Tierra Santa que estaba en manos del Imperio Ayyubí. Él identificó el surgimiento del Islam como el reinado del Anticristo, cuya derrota se plasmaría en la Segunda Venida. En 1213, Inocencio III escribió: «Un hijo de perdición ha surgido, el falso profeta Mahoma, que ha seducido a muchos hombres de la verdad por las tentaciones mundanas y los placeres de la carne … debemos de poner nuestra confianza en el Señor, que ya nos ha dado una buena señal de su retorno, que el final de la bestia se acerca, cuyo número, según el Apocalipsis de San Juan, terminará en 666 años, de los cuales ya han pasado cerca de 600». Por tanto la fecha prevista debía de ser el 1284. Siete años más tarde, el reino de los cruzados cayó por última vez, cuando el sultán Jalil conquistó la ciudad de Acre, en el actual Israel. El resto del mundo, sin embargo, se mantuvo intacto.
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3. Botticelli pinta sus temores
El Renacimiento es recordado como una edad de oro del arte y del conocimiento, pero esta era también marcó un resurgimiento en las profecías apocalípticas. ¿La razón? «Los avances en la medición del tiempo y en la astronomía alentó la normalización del calendario», escribe David Nirenberg, profesor de historia medieval de la Universidad de Chicago, “mientras que una serie de calamidades (desde el punto de vista cristiano), como por ejemplo la conquista turca de Constantinopla fomenta un nuevo interés en la numerológica apocalíptica.» Estas expectativas del apocalipsis encontraron su máximo nivel de expresión en el arte de la época. Quizás la obra más famosa fue “La Natividad Mística”, pintado por pintor renacentista italiano Sandro Botticelli. La parte inferior de la pintura muestra a varios pequeños demonios agazapados debajo de piedras o clavados en el suelo, mientras que una inscripción griega ofrece esta predicción sombría que coloca el Apocalipsis en torno al año 1504. Los historiadores del arte creen que Botticelli fue influenciado por los sermones de Girolamo Savonarola, un monje dominico que instó tanto a los ricos como a los pobres por igual a arrepentirse de sus pecados y renunciar a los placeres mundanos. En la seguridad de que el apocalipsis estaba cerca, Savonarola predijo: «la espada del Señor vendrá sobre la Tierra fulminantemente y pronto» en forma de guerra, la peste y la hambruna.
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4. El diluvio germánico que nunca llegó
En 1499, el matemático y astrónomo alemán Johannes Stöeffler predijo que una gran inundación se tragaría el mundo el 20 de febrero de 1524. Sus cálculos predijeron nada menos que 20 conjunciones planetarias durante este año, 16 de las cuales tendría lugar en un signo «acuoso», también conocido como Piscis. En Europa se publicaron más de 100 folletos publicitando la profecía del fin del mundo de Stöffler. El negocio floreció para muchos constructores de embarcaciones, aunque no para el conde alemán Von Iggleheim, quien construyó un arca de tres pisos en el Rhin. Aunque 1524 fue un año de sequía en Europa, una ligera lluvia cayó en el día designado. Multitud de personas, con la esperanza de ganar un asiento en el arca de Iggleheim iniciaron una revuelta. Cientos de personas murieron en la misma. Stöffler más tarde volvió recalculó la fecha y predijo que sería en 1528, pero para entonces su reputación como adivino se había arruinado.
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5. Negro cielos de Nueva Inglaterra
A las 9 de la mañana del 19 de mayo de 1780, los cielos de Nueva Inglaterra estaban envueltos en una casi total oscuridad. Un artículo de 1881 en la revista Harper’s lo describió de tal forma «las aves se posaron, los gallos cantaron tanto al mediodía como a medianoche, y los animales se asustaron ante la falta de claridad.» La oscuridad se cree que procedía del humo causado por algún incendio forestal, posiblemente unido a una densa niebla. Pero a la vez, algunos temieron lo peor. «La gente estaba fuera de sí y gritaba, “el día del juicio ha llegado», recordó un veterano de la guerra de la independencia. El Día «Oscuro», finalizó a la medianoche, cuando las estrellas se hicieron visibles en el cielo nocturno. Pero las preocupaciones persistentes sobre el apocalipsis hicieron que algunas personas acudieran a buscar a una oscura secta cristiana, los llamados The Shakers, que se habían instalado recientemente cerca de la ciudad de Albany, en el estado de Nueva York. Esta secta protestante es una escisión del movimiento cuáquero. Los “Shakers” predican el celibato completo como el verdadero camino a la redención. Los Shakers sabían que estaban ante una oportunidad de crecimiento y se embarcaron en una misión de 26 meses a través de Nueva Inglaterra, obteniendo a cientos de conversos. Podéis leer más acerca de esta secta aquí. A pesar de los negros nubarrones y de las profecías de los Shakers, Nueva Inglaterra sigue contando con días claros y luminosos.
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6. Encontrando presagios en las Pirámides de Giza
El año 1881 a.C. fue un año excepcional para las predicciones apocalípticas. Para empezar, tenemos la profecía de la «Madre Shipton», una adivina británica del siglo XVI cuyas profecías fueron publicadas por primera vez en 1641. Una edición posterior, publicada en 1862, incluye la predicción: «El mundo acabará; en 1881». Sin embargo, el autor del libro, Charles Hindley, admitió que esta y otras profecías (incluyendo la invención del telégrafo y la máquina de vapor) fueron incorporados a modo de “broma” en un aparente intento de impulsar las ventas del libro. A pesar de ello la profecía del fin del mundo en 1881 final fue «la causa de alarma más conmovedoras en las zonas rurales de Inglaterra en ese año: la gente abandonó sus casas para pasar la noche en oración en el campo, las iglesias y capillas». Una «evidencia» en apoyo de un apocalipsis en 1881 provino de una fuente inesperada: la Gran Pirámide de Giza. Charles Piazzi Smyth, el astrónomo real de Escocia, se convenció de que la pirámide no se había construido por los egipcios, sino por un patriarca del Antiguo Testamento (tal vez Noé) con una ayuda divina. Smyth vio implicaciones teológicas en casi todas las mediciones de la Gran Pirámide, incluido un cálculo para el Fin de los Días. Las investigaciones de Smyth fueron satirizado en una columna del New York Times del día 5 de enero 1881.
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7. ¡Cuidado que viene el cometa Halley!
Los cometas han sido vistos como presagios de la fatalidad por lo que la reaparición del cometa Halley en 1910 no fue una excepción. A comienzos de ese año, los escritores británicos e irlandeses opinaron que el cometa era un augurio de una inminente invasión por parte de Alemania. Algunos parisinos culparon al cometa por una inundación de Paris, por parte del río Sena, que devastó su ciudad. Pero el pánico en toda regla entraría en erupción cuando el Observatorio Yerkes de Chicago anunció en febrero de 1910 que había detectado un gas venenoso llamado cianógeno en la cola del Halley. El New York Times informó de que el astrónomo francés, Camille Flammarion creía que ese gas «podría impregnan toda la atmósfera y, posiblemente, acabaría con toda la vida en el planeta». La mayoría de científicos trataron de tranquilizar a la población. El famoso astrónomo Percival Lowell, explicó que los gases que forman la cola del Halley eran «tan enrarecidos como para ser más delgado que cualquier vacío.» Pero el daño ya estaba hecho. La gente corrió a comprar máscaras de gas y «píldoras del cometa» (buen negocio, si señor). Diferentes medios informaron del «terror ocasionado por la proximidad del cometa Halley en gran parte de la población de Chicago». En Georgia incluso se preparaban habitaciones seguras donde se cubrieron hasta los orificios con papel. Después de que Halley pasó por la Tierra en mayo, se publicó un anuncio que informaba (innecesariamente) «Todavía estamos aquí.» No todo el mundo, sin embargo, se vio envuelto en el frenesí apocalíptico. Se pusieron de modas las “fiestas del cometa” en varias ciudades de los Estados Unidos.
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8. Los planetas se alinean y no pasa nada
En 1974, John Gribbin y Stephen Plagemann escribieron un best-seller titulado “El efecto Júpiter”, y advirtieron que en marzo de 1982, una alineación de los planetas mayores en el mismo lado del Sol desencadenaría una serie de eventos cósmicos que culminaría en un terremoto a lo largo de la falla de San Andrés que destruiría Los Ángeles. El libro tenía un aura de credibilidad, ya que ambos autores son astrofísicos formados en Cambridge y Gribbin fue nada menos que editor de la revista científica de Nature. Estos científicos afirmaron que la fuerza gravitatoria combinada de los planetas tan masivos como Júpiter y Saturno ejercerían fuerzas de marea en el Sol, lo que provocaría un aumento en actividad de manchas solares, lo que a su vez provocaría un intenso bombardeo a la Tierra de partículas de alta velocidad. Esto sería detonante de abruptos cambios en la rotación de nuestro planeta, lo que induciría terremotos. Varios científicos criticaron “El efecto Júpiter”, argumentando que todo estaba basado en una larga cadena suposiciones sin sustento experimetal. (El sismólogo Charles Richter de Caltech afirmó que el libro era una «tesis de astrología pura». Todavía hay gente que vive asustada por las tesis de este libro, en parte gracias, a la confirmación de otros agoreros, como Hal Lindsey que, en 1980, escribió que los terremotos en todo el planeta provocaría colapsos en las centrales nucleares y aplastaría a las presas, causando inundaciones masivas. Cuando se acercó la fecha temida, residentes de Los Ángeles bombardearon el Observatorio de Los Ángeles con llamadas telefónicas. El San Diego Vista Press informó en un artículo del 10 de marzo 1982 que «hemos tenido a gente preguntando, “¿Debo vender mi casa y alejarme?”. Incluso, algunos medios informaron que una pequeña secta cristiana de Filipinas estaba construyendo un laberinto de cubículos acolchados y probando trajes acolchados en la preparación para desastres. Un año después de que el evento no supusiera el fin del mundo, Gribbin y Plagemann publicaron “El efecto Júpiter reconsiderado”. Esta obra también fue un best-seller. Por si alguien duda de que se puede vivir bien siendo un magufo.
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9. Pánico al efecto 2000
Al menos durante este temor apocalíptico, hubo alguien a quien culpar: A lo largo de décadas, los informáticos han utilizado dos, en lugar de cuatro dígitos, para representar los años. Como consecuencia de esto, los ordenadores, supuestamente, se debían desconfigurar, o dejar de trabajar el 1 de enero de 2000, puesto que como son máquinas tontas no serían capaces de entender el año «00». El temido «efecto 2000» nació en ese momento. Algunos expertos defendieron a los programadores, señalando que su actuación había sido de alguna manera lógica, en un intento de conservar la memoria de los ordenadores y así ahorrarnos mucho dinero. Otros fueron mucho menos halagadores. Como curiosidad indicar que en septiembre 1999 una encuesta realizada por Wall Street Journal encontró que el 9% de los estadounidenses pensaba que Microsoft ocultaba la solución al problema. El Independent fue un poco más lejos al advertir de una posible «guerra nuclear», causado por fallos en los sistemas de alerta temprana; el Fondo Monetario Internacional tampoco se quedó atrás al predecir el caos económico en países en desarrollo. Sin embargo, el pánico del “efecto 2000” decreció de forma importante a lo largo de 1999. Así una encuesta Gallup informó que a mediados de diciembre de 1999, sólo el 3% de los estadounidenses anticipaba «grandes problemas», en comparación con el 34% del año anterior. Eso sí, se gastaron miles de millones de dólares se gastaron en todo el mundo para solucionar el error “efecto 2000”, y el debate aún hace estragos sobre cuánto de ese gasto era necesario.
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10. El agujero negro creado por el hombre
Desde la década de 1990, los medios de comunicación han informado de que el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) podría crear un agujero negro que se tragaría la Tierra. El LHC, que empezó a funcionar en septiembre de 2008 tiene 17 kilómetros de circunferencia y está situado bajo los Alpes en la frontera franco-suiza. El colisionador tiene la capacidad de probar choques entre haces de protones a velocidades de hasta el 99,99% de la velocidad de la luz. De este modo, se puede simular las condiciones y las energías que existían poco después del Big Bang con lo que pueden aportar algo de luz a preguntas acerca de cómo se formó nuestro universo. Sin embargo, algunos escépticos están preocupados por el hecho de que estas colisiones de alta energía de protones podrían crear un micro-agujero negro. Una de las razones de los “postulantes” fin del mundo estriba en que los físicos cuánticos tienen una tendencia a “nunca decir nunca”. Mientras algunas leyes físicas se cumplen, los eventos posibles se colocan en la categoría más amplia de eventos de probabilidad “no-cero”. O, como el físico Kannan Jagannathan de la universidad de Amherst explica: «Si algo no está prohibido, es obligatorio … En un universo infinito, hasta las cosas de baja probabilidad pueden ocurrir (en realidad, infinitas veces)». Sin embargo, por esa misma norma, agrega Jagannathan, la física cuántica dicta que es teóricamente posible ver salir un dragón por el grifo de tu cocina”. Y eso explica por qué los físicos (con la posible excepción de aquellos que tienen fobia a los dragones) no están muy preocupados. «El mundo es constantemente bombardeado por rayos cósmicos de alta energía, procedentes de las profundidades del espacio. Algunos de ellos inducen colisiones de partículas miles de veces más potentes que las que se producirán en el LHC», dice Stéphane Coutu, profesor de física en la Universidad Estatal de Pensilvania. «Si esas colisiones pudieran crear agujeros negro, ya habría ocurrido en el pasado». El LHC sigue operativo y todavía no hemos absorbidos por ningún agujero negro.
Traducción desde la Fuente: Instituto Smithsonian
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